Página 550 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
habían sido por los sacerdotes. También los pueblos de las nacio-
nes circunvecinas, que no ignoraban las iniquidades abiertamente
practicadas en Israel, se aferraron aun más en su idolatría y en sus
crímenes. No sentían la culpabilidad de sus pecados como la habrían
sentido si los israelitas hubieran preservado su integridad.
Pero el día de la retribución se aproximaba. La autoridad de Dios
había sido puesta a un lado, y su culto descuidado y menospreciado,
y se había hecho necesario que él interviniera para sostener el honor
de su nombre.
“Por aquel tiempo salió Israel a librar batalla con los filisteos,
y acampó junto a Eben-ezer, mientras los filisteos acamparon en
Afec”. Esta expedición fue emprendida por los israelitas sin haber
consultado previamente a Dios, y sin que concurriera el sumo sacer-
dote ni profeta alguno. “Los filisteos presentaron batalla a Israel, y
trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los
cuales hirieron en el campo de batalla como a cuatro mil hombres”.
Cuando el ejército regresó a su campamento quebrantado y des-
corazonado, “los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido
hoy Jehová delante de los filisteos?” La nación estaba madura para
los castigos de Dios; y sin embargo, no podía ver ni comprender que
sus propios pecados habían sido la causa de ese terrible desastre. Y
dijeron: “Vayamos a Silo y traigamos el Arca del pacto de Jehová,
para que, estando en medio de nosotros, nos salve de manos de
nuestros enemigos”. El Señor no había dado orden ni permiso de
que el arca fuera llevada al ejército; no obstante, los israelitas se
sintieron seguros de que la victoria sería suya, y dejaron oír un gran
grito cuando el arca fue traída al campamento por los hijos de Elí.
Los filisteos consideraban el arca como el dios de Israel. Atri-
buían a su poder todas las grandes obras que Jehová había hecho
en beneficio de su pueblo. Cuando oyeron los gritos de regocijo
lanzados al aproximarse el arca, dijeron: “¿Qué gritos de júbilo son
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estos en el campamento de los hebreos? Y supieron que el Arca
de Jehová había sido traída al campamento. Entonces los filisteos
tuvieron miedo, porque se decían: “Ha venido Dios al campamento”.
Y exclamaron: “¡Ay de nosotros!, pues hasta ahora no había sido
así. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de manos de estos dioses
poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda clase
de plagas en el desierto. Esforzaos, filisteos, y sed hombres, para