Página 565 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Las escuelas de los profetas
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las fuerzas encontradas del bien y del mal, desde la primera entrada
del pecado hasta el triunfo final de la justicia y de la verdad; y todo
ello no es sino una revelación del carácter de Dios.
En la contemplación reverente de las verdades presentadas en su
Palabra, la mente del estudiante entra en comunión con la Mente in-
finita. Un estudio semejante no solo purifica y ennoblece el carácter,
sino que inevitablemente amplía y fortalece las facultades mentales.
Las enseñanzas de la Biblia influyen en forma vital sobre la
prosperidad del hombre en todas las relaciones de esta vida. Desa-
rrolla los principios que son la base de la prosperidad de una nación,
principios vinculados con el bienestar de la sociedad y que son la
salvaguardia de la familia, principios sin los cuales ningún hombre
puede alcanzar utilidad, felicidad u honra en esta vida, ni asegurarse
la vida futura inmortal. No hay posición alguna en esta vida, ni fase
alguna de la experiencia humana para la cual la enseñanza de la
Biblia no constituya una preparación indispensable. Si se estudiara
la Palabra de Dios y se la obedeciera, daría al mundo hombres de
intelecto más enérgico y activo que cuantos puede producir la mayor
aplicación al estudio de todas las materias abarcadas por la filosofía
humana. Produciría hombres fuertes y firmes de carácter, de enten-
dimiento agudo y sano juicio, hombres que glorificarían a Dios y
beneficiarían al mundo.
Por el estudio de las ciencias también hemos de obtener un
conocimiento del Creador. Toda ciencia verdadera no es más que
una interpretación de lo que Dios ha escrito en el mundo material. Lo
único que hace la ciencia es obtener de sus investigaciones nuevos
testimonios de la sabiduría y del poder de Dios. Si se los comprende
bien, tanto el libro de la naturaleza como la Palabra escrita nos hacen
conocer a Dios al enseñarnos algo de las leyes sabias y benéficas
por medio de las cuales él obra.
Se debe guiar al estudiante a ver a Dios en todas las obras de la
creación. Los maestros deben imitar el ejemplo del gran Maestro,
quien de las escenas familiares de la naturaleza sacaba ilustraciones
que simplificaban sus enseñanzas y las grababan más profundamente
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en los corazones de sus oyentes. Los pájaros que gorjeaban en las
ramas frondosas, las flores del valle, los soberbios árboles, las tierras
fructíferas, el cereal que germinaba, el suelo árido, el sol poniente
que doraba los cielos con sus rayos, todo servía como medio de