Página 566 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
enseñanza. Él relacionaba las obras visibles del Creador con las
palabras de vida que pronunciaba, para que cada vez que estos
objetos se presentaran a los ojos de sus oyentes, estos recordaran las
lecciones de verdad con las cuales las había vinculado.
El sello de la Deidad, manifestado en las páginas de la revelación,
se ve en las altas montañas, los valles fructíferos, y en el ancho y
profundo océano. Las cosas de la naturaleza hablan al hombre del
amor de su Creador. Por señas innumerables en el cielo y en la tierra,
nos ha unido consigo. Este mundo no consiste solo en tristeza y
miseria. “Dios es amor”, está escrito en cada capullo que se abre,
en los pétalos de toda flor y en cada tallo de hierba. Aunque la
maldición del pecado ha hecho que la tierra produzca espinas y
cardos, hay flores en los cardos, y las espinas son ocultadas por las
rosas. Todas las cosas de la naturaleza dan testimonio del cuidado
tierno y paternal de nuestro Dios, y su deseo de hacer felices a sus
hijos. Sus prohibiciones y mandamientos no se destinan solamente
a mostrar su autoridad, sino que en todo lo que hace, procura el
bienestar de sus hijos. No exige que ellos renuncien a nada que les
convendría guardar.
La opinión prevaleciente en algunas clases de la sociedad, de
que la religión no favorece el logro de la salud o de la felicidad
en esta vida, es uno de los errores más perniciosos. La Sagrada
Escritura dice: “El temor de Jehová lleva a la vida: con él vive del
todo tranquilo el hombre y no es visitado por el mal”. “¿Quién es
el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño. Apártate
del mal y haz el bien; busca la paz y síguela”. Las palabras de la
sabiduría “son vida para los que las hallan y medicina para todo su
cuerpo”.
Proverbios 19:23
;
Salmos 34:12-14
;
Proverbios 4:22
.
La verdadera religión pone al hombre en armonía con las leyes de
Dios, físicas, mentales y morales. Enseña el dominio de sí mismo, la
serenidad y la templanza. La religión ennoblece el intelecto, purifica
el gusto y santifica el juicio. Hace al alma participante de la pureza
del cielo. La fe en el amor de Dios y en su providencia soberana
alivia las cargas de ansiedad y cuidado. Llena de regocijo y de
contento el corazón de los encumbrados y los humildes. La religión
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tiende directamente a fomentar la salud, alargar la vida y realzar