Página 600 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
sus servicios religiosos formales. No responde el Espíritu de Dios
a tal servicio. Por celosos que sean los hombres en su observancia
de las ceremonias religiosas, el Señor no las puede aceptar si ellos
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persisten en violar deliberadamente uno de sus mandamientos.
“Como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e
idolatría la obstinación”. La rebelión tuvo su origen en Satanás, y
toda rebelión contra Dios se debe directamente a las influencias
satánicas. Los que se oponen al gobierno de Dios se han aliado con
el caudillo de los apóstatas, y este ejercerá su poder y astucia para
cautivar los sentidos de ellos y descarriar su entendimiento. Hará que
todo aparezca bajo una luz falsa. Como nuestros primeros padres,
los que están bajo el dominio de su hechizo ven solo los grandes
beneficios que han de recibir por su transgresión.
No puede darse mayor evidencia del poder engañador de Satanás
que el hecho de que muchos que son dirigidos por él se engañan
a sí mismos con la creencia de que están en el servicio de Dios.
Cuando Coré, Datán y Abiram se rebelaron contra la autoridad de
Moisés, creyeron que solo se estaban oponiendo a un jefe humano, a
un hombre como ellos mismos; y llegaron a creer que estaban real-
mente haciendo la voluntad de Dios. Pero al rechazar el instrumento
escogido por Dios, rechazaron a Cristo e insultaron al Espíritu de
Dios. Así, en los días de Cristo, los escribas y ancianos judíos, que
profesaban ser muy celosos por el honor de Dios, crucificaron a su
Hijo. El mismo espíritu existe todavía en los corazones de los que
insisten en seguir su propia voluntad en oposición a la voluntad de
Dios.
Saúl había tenido pruebas abundantes de que Samuel era ins-
pirado por Dios. Al atreverse a desobedecer el mandamiento que
Dios le había dado por el profeta, actuó contra los dictados de la
razón y del sano juicio. Su presunción fatal debe atribuirse al hechi-
zo satánico. Saúl había demostrado gran celo en el exterminio de
la idolatría y de la hechicería; no obstante, en su desobediencia al
mandamiento divino había sido instigado por el mismo espíritu de
oposición a Dios que animaba a los que practicaban la hechicería, y
había sido tan realmente inspirado por Satanás como ellos; y cuando
fue reprendido por ello, sumó la obstinación a la rebelión. No podría
haber hecho mayor insulto al Espíritu de Dios si se hubiera unido
abiertamente con los idólatras.