Página 648 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
guía segura para nuestros pies en medio de los peligros; pero Satanás
quiere destruir la confianza y la fe de los hombres en Dios, dejarlos
descontentos de su condición en la vida, e inducirlos a procurar el
conocimiento de lo que Dios sabiamente les vedó y a menospreciar
lo que les reveló en su santa Palabra.
Muchos se agitan cuando no pueden saber cuál será el fin definiti-
vo de los asuntos de esta tierra. No pueden soportar la incertidumbre,
y en su impaciencia rehusan esperar para ver la salvación de Dios.
Los males que presienten casi los enloquecen. Ceden a sus senti-
mientos de rebelión, y corren de aquí para allá en dolor apasionado,
procurando entender lo que no se ha revelado. Si tan solo confiaran
en Dios y velaran en oración, hallarían consuelo divino. Su espíritu
sería calmado por la comunión con Dios. Los cansados y trabajados
hallarían descanso para sus almas, con solo ir a Jesús; pero cuando
descuidan los medios que Dios dispuso para su consuelo, y recurren
a otras fuentes, con la esperanza de averiguar lo que Dios vedó,
cometen el error de Saúl, y con ello solo adquieren un conocimiento
del mal.
A Dios no le agrada esta conducta, y lo ha declarado en los
términos más explícitos. Esta premura impaciente por rasgar el velo
del futuro revela una falta de fe en Dios, y deja el alma expuesta a
las sugestiones del maestro de los engañadores. Satanás induce a los
hombres a que consulten a los que poseen espíritus adivinadores; y
mediante la revelación de cosas pasadas ocultas, les inspira confianza
en su poder de predecir lo por venir. En virtud de la experiencia
que obtuvo a través de largos siglos, puede razonar de la causa al
efecto, y a menudo predecir con cierta exactitud algunos de los
acontecimientos futuros de la vida del hombre. Así puede engañar
a ciertas pobres almas mal encaminadas, ponerlas bajo su poder y
llevarlas cautivas a voluntad.
Dios nos ha advertido por su profeta: “Si os dicen: “Preguntad a
los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando”, respon-
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ded: “¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos
por los vivos?”. ¡A la ley y al testimonio! Si no dicen conforme a
esto, es porque no les ha amanecido”.
Isaías 8:19, 20
.
¿Irán los que tienen un Dios santo, infinito en sabiduría y poder, a
buscar ayuda en los adivinos cuya sabiduría procede de la intimidad
con el enemigo de nuestro Señor? Dios mismo es la luz de su pueblo;