Página 649 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La magia antigua y moderna
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le ordena que fije por la fe los ojos en las glorias que están veladas
para el ojo humano. El Sol de justicia derrama sus brillantes rayos
en los corazones de sus hijos; ellos tienen la luz que emana del trono
celestial, y no tienen ningún deseo de apartarse de la fuente de la luz
para acercarse a los mensajeros de Satanás.
El mensaje del demonio para Saúl, a pesar de que denunciaba
el pecado y predecía su retribución, no tenía por objeto reformarlo,
sino llevarlo a la desesperación y a la ruina. Sin embargo, con más
frecuencia conviene mejor a los propósitos del tentador seducir al
hombre y llevarlo a la destrucción por medio de la alabanza y la
lisonja. En tiempos antiguos, la enseñanza de los dioses falsos o
demonios fomentaba el libertinaje más vil. Los preceptos divinos
que condenan el pecado e imponen la justicia, y la rectitud, eran
puestos de lado; la verdad era considerada livianamente, y no solo era
permitida la impureza, sino también ordenada. El espiritismo declara
que no hay muerte, ni pecado, ni juicio ni castigo; que los hombres
son “semidioses no caídos”; que el deseo es la ley más elevada; que
el hombre responde únicamente ante sí mismo por sus actos. Las
barreras que Dios erigió para salvaguardar la verdad, la pureza y la
reverencia, son quebrantadas, y así muchos se envalentonan en el
pecado. ¿No sugiere todo esto que una enseñanza tal tiene el mismo
origen que el culto de los demonios?
En las abominaciones de los cananeos, el Señor presentó a Israel
los resultados que tiene la comunión con los espíritus malos; eran
sin afectos naturales, idólatras, adúlteros, asesinos y abominables
por todos sus pensamientos corrompidos y prácticas degradantes.
Los hombres no conocen su propio corazón; pues “engañoso es
el corazón más que todas las cosas, y perverso”.
Jeremías 17:9
.
Pero Dios sabe cuáles son las tendencias de la naturaleza depravada
del hombre. Entonces como ahora, Satanás vigilaba para producir
condiciones favorables a la rebelión, a fin de que el pueblo de Israel
se hiciera tan aborrecible para Dios como lo eran los cananeos. El
adversario de las almas está siempre en alerta para abrir canales por
los cuales pueda fluir sin impedimento alguno lo malo que hay en
nosotros, pues desea vernos arruinados y condenados ante Dios.
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Satanás estaba resuelto a seguir dominando la tierra de Canaán,
y cuando ella se convirtió en morada de los hijos de Israel, y la
ley de Dios fue hecha la norma de esa tierra, aborreció a Israel con