Página 66 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

62
Historia de los Patriarcas y Profetas
profecía lo llevó a través de las generaciones que vivirían después
del diluvio, y le mostró los grandes eventos relacionados con la
segunda venida de Cristo y el fin del mundo.
Enoc había estado preocupado acerca de los muertos. Le había
parecido que los justos y los impíos se convertirían igualmente
en polvo, y que ese sería su fin. No podía concebir que los justos
vivieran más allá de la tumba. En visión profética se le instruyó
concerniente a la muerte de Cristo y se le mostró su venida en gloria,
acompañado de todos los santos ángeles, para rescatar a su pueblo
de la tumba. También vio la corrupción que habría en el mundo
cuando Cristo viniera por segunda vez, y habría una generación
presumida, jactanciosa y empecinada, que negaría al único Dios y al
Señor Jesucristo, pisoteando la ley y despreciando la redención. Vio
a los justos coronados de gloria y honor, y a los impíos desechados
de la presencia del Señor, y destruidos por el fuego.
Enoc se convirtió en el predicador de la justicia y dio a conocer
al pueblo lo que Dios le había revelado. Los que temían al Señor
buscaban a este hombre santo, para compartir su instrucción y sus
oraciones. También trabajó públicamente, dando los mensajes de
Dios a todos los que querían oír las palabras de advertencia. Su
trabajo no se limitó a los descendientes de Set. En la tierra adonde
Caín había tratado de huir de la divina presencia, el profeta de Dios
dio a conocer las maravillosas escenas que había presenciado en
visión. “Vino el Señor -dijo- con sus santas decenas de millares,
para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos
de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las
cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él”.
Judas
14, 15
.
Enoc condenaba intrépidamente el pecado. Mientras predicaba el
amor de Dios en Cristo a la gente de aquel entonces, y les rogaba que
abandonaran sus malos caminos, reprobaba la prevaleciente iniqui-
dad, y amonestaba a los hombres de su generación manifestándoles
que vendría el juicio sobre los transgresores. El Espíritu de Cristo
habló por medio de Enoc, y se manifestaba no solo en expresiones
de amor, compasión y súplica; pues los santos hombres no hablan
únicamente palabras halagadoras. Dios pone en el corazón y en los
labios de sus mensajeros las verdades que han de expresar a la gente,
verdades agudas y cortantes como una espada de dos filos.
[66]