Página 65 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

Set y Enoc
61
cuando sintió la profunda y anhelante ternura de su corazón hacia
su primogénito, aprendió la preciosa lección del maravilloso amor
de Dios hacia el hombre manifestado en la dádiva de su Hijo, y la
confianza que los hijos de Dios podían tener en el Padre celestial. El
infinito e inescrutable amor de Dios, manifestado mediante Cristo,
se convirtió en el tema de su meditación de día y de noche; y con
todo el fervor de su alma trató de manifestar este amor a la gente
entre la cual vivía.
El andar de Enoc con Dios no era en arrobamiento o en visión,
sino en el cumplimiento de los deberes de su vida diaria. No se
aisló de la gente convirtiéndose en ermitaño, pues tenía una obra
que hacer para Dios en el mundo. En el seno de la familia y en sus
relaciones con los hombres, como esposo o padre, como amigo o
ciudadano, fue firme y constante siervo de Dios.
Su corazón estaba en armonía con la voluntad de Dios; pues
“¿andarán dos juntos si no están de acuerdo?”
Amós 3:3
. Y este
santo andar continuó durante trescientos años. Muchos cristianos
serían más fervientes y devotos si supieran que les queda poco
tiempo de vida, o que la venida de Cristo está por suceder. Pero en
el caso de Enoc su fe se fortalecía y su amor se hacía más ardiente a
medida que pasaban los siglos.
Enoc poseía una mente poderosa, bien cultivada, y profundos
conocimientos. Dios lo había honrado con revelaciones especiales;
sin embargo, por el hecho de que estaba en continua comunión con el
cielo, y reconocía constantemente la grandeza y perfección divinas,
fue uno de los hombres más humildes. Cuanto más íntima era su
unión con Dios, más profundo era el sentido de su propia debilidad
e imperfección.
Afligido por la maldad creciente de los impíos, y temiendo que
la infidelidad de esos hombres pudiera aminorar su veneración hacia
Dios, Enoc eludía el asociarse continuamente con ellos, y pasaba
mucho tiempo en la soledad, dedicándose a la meditación y a la
oración. Así esperaba ante el Señor, buscando un conocimiento más
claro de su voluntad a fin de cumplirla. Para él la oración era el
aliento del alma. Vivía en la misma atmósfera del cielo.
[65]
Por medio de santos ángeles, Dios reveló a Enoc su propósito
de destruir al mundo mediante un diluvio, y también le manifestó
detalles adicionales del plan de la redención. Mediante el espíritu de