Página 669 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El reinado de David
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de cánticos, para pedir a los espectadores que estaban en las murallas
que las puertas de la ciudad santa se abrieran de par en par:
“¡Alzad, oh puertas, vuestras cabezas!
¡Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria!”
Un grupo de cantantes y músicos preguntó:
“¿Quién es este Rey de gloria?”
Y otro grupo respondía:
“¡Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla!”
Entonces centenares de voces, al unísono, se unieron al coro
triunfal:
“¡Alzad, puertas, vuestras cabezas!
¡Alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria!”
Nuevamente se oyó la regocijada pregunta:
“¿Quién es este Rey de gloria?”
Y “como ruido de muchas aguas” se oyó la voz de la gran
multitud en contestación arrobada:
“¡Jehová de los ejércitos!
Él es el Rey de la gloria”.
Salmos 24:7-10
.
Entonces las puertas se abrieron de par en par; entró la procesión,
y con temor reverente se depositó el arca en la tienda que había sido
preparada de antemano para recibirla. Delante del recinto sagrado,
se habían erigido altares para los sacrificios; y ascendió al cielo el
humo de los holocaustos y de las ofrendas de paz con las nubes de
incienso y las alabanzas y las súplicas y oraciones de Israel. Cuando
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terminó el servicio, el rey mismo pronunció una bendición sobre