Página 68 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
traban en el cielo. Cuanto mayor era la iniquidad, tanto más intenso
era su deseo de morar en el hogar de Dios. Mientras permaneció en
la tierra, vivió por la fe en el reino de luz.
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“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a
Dios”.
Mateo 5:8
. Durante trescientos años Enoc buscó la pureza del
alma, para estar en armonía con el cielo. Durante tres siglos anduvo
con Dios. Día tras día anheló una unión más íntima; esa comunión
se hizo más y más estrecha, hasta que Dios lo llevó consigo. Había
llegado al umbral del mundo eterno, a un paso de la tierra de los
bienaventurados; se le abrieron los portales, y continuando su andar
con Dios, tanto tiempo proseguido en la tierra, entró por las puertas
de la santa ciudad. Fue el primero de los hombres que llegó allí.
La desaparición de Enoc se sintió en la tierra. La voz de instruc-
ción y amonestación que se había escuchado día tras día se echó de
menos. Hubo algunos, entre los justos y los impíos, que presenciaron
su partida; y con la esperanza de que se le hubiese llevado a uno
de sus lugares de retiro, los que lo amaban hicieron una diligente
búsqueda, así como más tarde los hijos de los profetas buscaron a
Elías; pero fue sin resultado. Informaron que no estaba en ninguna
parte, porque Dios lo había llevado consigo.
Mediante la traslación de Enoc, el Señor quiso dar una importan-
te lección. Había peligro de que los hombres cedieran al desaliento,
debido a los temibles resultados del pecado de Adán. Muchos es-
taban dispuestos a exclamar: “¿De qué nos sirve temer al Señor y
guardar sus ordenanzas, ya que una terrible maldición pesa sobre
la humanidad, y a todos nos espera la muerte?” Pero las instruccio-
nes que Dios dio a Adán, repetidas por Set y practicadas por Enoc,
despejaron las tinieblas y la tristeza e infundieron en el hombre la
esperanza de que, como por Adán vino la muerte, por el Redentor
prometido vendría la vida y la inmortalidad.
Satanás procuraba inculcar a los hombres la creencia de que
no había premio para los justos ni castigo para los impíos, y que
era imposible para el hombre obedecer los estatutos divinos. Pero
en el caso de Enoc, Dios declara de sí mismo que “existe y que
recompensa a los que lo buscan”.
Hebreos 11:6
. Revela lo que hará
en bien de los que guardan sus mandamientos. A los hombres se les
demostró que se puede obedecer la ley de Dios; que aun viviendo
entre pecadores corruptos, podían, mediante la gracia de Dios, resistir