Página 94 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
lo sobrenatural. Comúnmente, la expresión “leyes de la naturaleza”
abarca lo que el hombre ha podido descubrir acerca de las leyes que
gobiernan el mundo físico; pero ¡cuán limitada es la sabiduría del
hombre, y cuán vasto el campo en el cual el Creador puede obrar, en
armonía con sus propias leyes, y sin embargo, enteramente más allá
de la comprensión de los seres finitos!
Muchos enseñan que la materia posee poderes vitales, que se
le impartieron ciertas propiedades y que se la dejó luego actuar
mediante su propia energía inherente; y que las operaciones de la
naturaleza se llevan a cabo en conformidad con leyes fijas, en las
cuales Dios mismo no puede intervenir. Esta es una ciencia falsa,
y no está respaldada por la Palabra de Dios. La naturaleza es la
sierva de su Creador. Dios no anula sus leyes, ni tampoco trabaja
contrariándolas: las usa continuamente como sus instrumentos. La
naturaleza atestigua que hay una inteligencia, una presencia y una
energía activa, que trabajan dentro de sus leyes y mediante ellas.
Existe en la naturaleza la acción del Padre y del Hijo. Cristo dice:
“Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”.
Juan 5:17
.
Los levitas, en un himno registrado por Nehemías, cantaban: “Tú
solo eres Jehová. Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con
todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo
lo que hay en ellos. Tú vivificas todas estas cosas”.
Nehemías 9:6
.
En cuanto se refiere a este mundo, la obra de la creación de Dios
está terminada, pues fueron “acabadas las obras desde el principio
del mundo”.
Hebreos 4:3
. Pero su energía sigue ejerciendo su in-
fluencia para sustentar los objetos de su creación. Una palpitación
no sigue a la otra, y un hálito al otro, porque el mecanismo que una
vez se puso en marcha continúe accionando por su propia energía
inherente; sino que todo hálito, toda palpitación del corazón, es una
evidencia del completo cuidado que tiene de todo lo creado Aquel
en quien “vivimos, nos movemos y somos”.
Hechos 17:28
. No es en
virtud de alguna fuerza inherente que año tras año la tierra produce
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sus abundantes cosechas y que continúa su movimiento alrededor
del sol. La mano de Dios dirige los planetas, y los mantiene en su
puesto en su ordenada marcha a través de los cielos. “Él saca y
cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres y ninguna faltará.
¡Tal es la grandeza de su fuerza y el poder de su dominio!”
Isaías
40:26
. En virtud de su poder la vegetación florece, aparecen las