Página 105 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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El llamamiento de Abrahán
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El mensaje de Dios a Abrahán era: “Vete de tu tierra y de tu
parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.”
Vers.
1
. A fin de que Dios pudiese capacitarlo para su gran obra como
depositario de los sagrados oráculos, Abrahán debía separarse de
los compañeros de su niñez. La influencia de sus parientes y amigos
impediría la educación que el Señor intentaba dar a su siervo. Ahora
que Abrahán estaba, en forma especial, unido con el cielo, debía
morar entre extraños. Su carácter debía ser peculiar, diferente del de
todo el mundo. Ni siquiera podía explicar su manera de obrar para
que la entendiesen sus amigos. Las cosas espirituales se disciernen
espiritualmente, y sus motivos y acciones no eran comprendidos por
sus parientes idólatras.
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar
que había de recibir por heredad; y salió sin saber dónde iba.”
He-
breos 11:8
. La obediencia incondicional de Abrahán es una de las
más notables evidencias de fe de toda la Sagrada Escritura. Para él,
la fe era “la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración
de las cosas que no se ven.”
Vers. 1
. Confiando en la divina promesa,
sin la menor seguridad externa de su cumplimiento, abandonó su
hogar, sus parientes, y su tierra nativa; y salió, sin saber adónde iba,
fiel a la dirección divina. “Por fe habitó en la tierra prometida como
en tierra ajena, morando en cabañas con Isaac y Jacob, herederos
juntamente de la misma promesa.”
Vers. 9
.
No fué una prueba ligera la que soportó Abrahán, ni tampoco era
pequeño el sacrificio que se requirió de él. Había fuertes vínculos
que le ataban a su tierra, a sus parientes y a su hogar. Pero no vaciló
en obedecer al llamamiento. Nada preguntó en cuanto a la tierra
prometida. No averiguó si era feraz y de clima saludable, si los
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campos ofrecían paisajes agradables, o si habría oportunidad para
acumular riquezas. Dios había hablado, y su siervo debía obedecer;
el lugar más feliz de la tierra para él era dónde Dios quería que
estuviese.
Muchos continúan siendo probados como lo fué Abrahán. No
oyen la voz de Dios hablándoles directamente desde el cielo; pero,
en cambio, son llamados mediante las enseñanzas de su Palabra
y los acontecimientos de su providencia. Se les puede pedir que
abandonen una carrera que promete riquezas 7 honores, que dejen
afables y provechosas amistades, y que se separen de sus parientes,