Página 135 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 14—La destrucción de Sodoma
Este capítulo está basado en Génesis 19.
La más bella entre las ciudades del valle del Jordán era Sodoma,
situada en una llanura que era como el “huerto de Jehová” (
Génesis
13:10
) por su fertilidad y hermosura. Allí florecía la abundante vege-
tación de los trópicos. Allí abundaban la palmera, el olivo y la vid,
y las flores esparcían su fragancia durante todo el año. Abundantes
mieses revestían los campos, y muchos rebaños lanares y vacunos
cubrían las colinas circundantes. El arte y el comercio contribuían a
enriquecer la orgullosa ciudad de la llanura. Los tesoros del oriente
adornaban sus palacios, y las caravanas del desierto proveían sus
mercados de preciosos artículos. Con poco trabajo mental o físico,
se podían satisfacer todas las necesidades de la vida, y todo el año
parecía una larga serie de festividades.
La abundancia general dió origen al lujo y al orgullo. La ocio-
sidad y las riquezas endurecen el corazón que nunca ha estado
oprimido por la necesidad ni sobrecargado por el pesar. El amor a
los placeres fué fomentado por la riqueza y la ociosidad, y la gente se
entregó a la complacencia sensual. “He aquí—dice Ezequiel,—que
ésta fué la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, hartura de pan,
y abundancia de ociosidad tuvo ella y sus hijas; y no corroboró la
mano del afligido y del menesteroso. Y ensoberbeciéronse, e hicie-
ron abominación delante de mí, y quitélas como vi bueno.” (16:49,
50.)
Nada desean los hombres tanto como la riqueza y la ociosidad,
y, sin embargo, estas cosas fueron el origen de los pecados que
acarrearon la destrucción de las ciudades de la llanura. La vida inútil
y ociosa de sus habitantes los hizo víctimas de las tentaciones de
Satanás, desfiguraron la imagen de Dios, y se hicieron más satánicos
que divinos.
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La ociosidad es la mayor maldición que puede caer sobre el
hombre; porque la siguen el vicio y el crimen. Debilita la mente,
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