Página 147 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La destrucción de Sodoma
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colocamos voluntariamente en un ambiente mundano e incrédulo,
desagradamos a Dios, y ahuyentamos a los ángeles de nuestras casas.
Los que procuran para sus hijos riquezas y honores terrenales a
costa de sus intereses eternos, comprenderán al fin que estas ventajas
son una terrible pérdida. Como Lot, muchos ven a sus hijos arruina-
dos, y apenas salvan su propia alma. La obra de su vida se pierde; y
resulta en triste fracaso. Si hubiesen ejercido verdadera sabiduría,
sus hijos habrían tenido menos prosperidad mundana, pero tendrían
en cambio seguro derecho a la herencia inmortal.
La herencia que Dios prometió a su pueblo no está en este mundo.
Abrahán no tuvo posesion en la tierra, “ni aun para asentar un pie.”
Hechos 7:5
. Poseía grandes riquezas y las empleaba en honor de
Dios y para el bien de sus prójimos; pero no consideraba este mundo
como su hogar. El Señor le había ordenado que abandonara a sus
compatriotas idólatras, con la promesa de darle la tierra de Canaán
como posesión eterna; y sin embargo, ni él, ni su hijo, ni su nieto
la recibieron. Cuando Abrahán deseó un lugar donde sepultar sus
muertos, tuvo que comprarlo a los cananeos. Su única posesión en
la tierra prometida fué aquella tumba cavada en la peña en la cueva
de Macpela.
Pero Dios no faltó a su palabra; ni tuvo ésta su cumplimiento
final en la ocupación de la tierra de Canaán por el pueblo judío.
“A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente.”
Gálatas
3:16
. Abrahán mismo debía participar de la herencia. Puede parecer
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que el cumplimiento de la promesa de Dios tarda mucho; pues “un
día delante del Señor es como mil años y mil años como un día;”
puede parecer que se demora, pero al tiempo determinado “sin duda
vendrá; no tardará.”
2 Pedro 3:8
;
Habacuc 2:3
.
La dádiva prometida a Abrahán y a su simiente incluía no sólo
la tierra de Canaán, sino toda la tierra. Así dice el apóstol: “No por
la ley fué dada la promesa a Abraham o a su simiente, que
sería
heredero del mundo,
sino por la justicia de la fe.”
Romanos 4:13
. Y
la Sagrada Escritura enseña expresamente que las promesas hechas
a Abrahán han de ser cumplidas mediante Cristo. Todos los que
pertenecen a Cristo, “ciertamente la simiente de Abrahán” son, “y
conforme a la promesa los herederos,” herederos de la “herencia
incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse,” herede-
ros de la tierra libre de la maldición del pecado. Porque “el reino,