Página 18 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

14
Historia de los Patriarcas y Profetas
su autoridad. Tales fueron los sutiles engaños que por medio de las
astucias de Lucifer cundían rápidamente por los atrios celestiales.
No se había efectuado cambio alguno en la posición o en la
[17]
autoridad de Cristo. La envidia de Lucifer, sus tergiversaciones, y
sus pretensiones de igualdad con Cristo, habían hecho absolutamente
necesaria una declaración categórica acerca de la verdadera posición
que ocupaba el Hijo de Dios; pero ésta había sido la misma desde
el principio. Sin embargo, las argucias de Lucifer confundieron a
muchos ángeles.
Valiéndose de la amorosa y leal confianza depositada en él por los
seres celestiales que estaban bajo sus órdenes, había inculcado tan
insidiosamente en sus mentes su propia desconfianza y descontento,
que su influencia no se discernía. Lucifer había presentado con falsía
los designios de Dios, interpretándolos torcida y erróneamente, a
fin de producir disensión y descontento. Astutamente inducía a
sus oyentes a que expresaran sus sentimientos; luego, cuando así
convenía a sus intereses, repetía esas declaraciones en prueba de que
los ángeles no estaban del todo en armonía con el gobierno de Dios.
Mientras aseveraba tener perfecta lealtad hacia Dios, insistía en que
era necesario que se hiciesen cambios en el orden y las leyes del cielo
para asegurar la estabilidad del gobierno divino. Así, mientras obraba
por despertar oposición a la ley de Dios y por inculcar su propio
descontento en la mente de los ángeles que estaban bajo sus órdenes,
hacía alarde de querer eliminar el descontento y reconciliar a los
ángeles desconformes con el orden del cielo. Mientras fomentaba
secretamente el desacuerdo y la rebelión, con pericia consumada
aparentaba que su único fin era promover la lealtad y preservar la
armonía y la paz.
El espíritu de descontento así encendido hacía su funesta obra.
Aunque no había rebelión abierta, el desacuerdo aumentaba imper-
ceptiblemente entre los ángeles. Algunos recibían favorablemente
las insinuaciones de Lucifer contra el gobierno de Dios. Aunque
previamente habían estado en perfecta armonía con el orden que
Dios había establecido, estaban ahora descontentos y se sentían des-
dichados porque no podían penetrar los inescrutables designios de
Dios; les desagradaba la idea de exaltar a Cristo. Estaban listos para
[18]
respaldar la demanda de Lucifer de que él tuviese igual autoridad
que el Hijo de Dios. Pero los ángeles que permanecieron leales y