Página 189 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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José en Egipto
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Jacob, y de cómo se habían cumplido; cómo en la hora de necesidad,
los ángeles habían venido a instruirle, confortarle y protegerle. Y
había comprendido el amor manifestado por Dios al proveer un
Redentor para los hombres. Ahora, todas estas lecciones preciosas
se presentaron vivamente ante él. José creyó que el Dios de sus
padres sería su Dios. Entonces, allí mismo, se entregó por completo
al Señor, y oró para pedir que el Guardián de Israel estuviese con él
en el país adonde iba desterrado.
Su alma se conmovió y tomó la alta resolución de mostrarse
fiel a Dios y de obrar en cualquier circunstancia cómo convenía
a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría al Señor con corazón
íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas que le deparara su
suerte, y cumpliría todo deber con fidelidad. La experiencia de ese
día fué el punto decisivo en la vida de José. Su terrible calamidad
le transformó de un niño mimado que era en un hombre reflexivo,
valiente, y sereno.
Al llegar a Egipto, José fué vendido a Potifar, jefe de la guardia
real, a cuyo servicio permaneció durante diez años. Allí estuvo ex-
puesto a tentaciones extraordinarias. Estaba en medio de la idolatría.
La adoración de dioses falsos estaba rodeada de toda la pompa de
la realeza, sostenida por la riqueza y la cultura de la nación más
altamente civilizada de aquel entonces. No obstante, José conservó
su sencillez y fidelidad a Dios. Las escenas y la seducción del vicio
le circundaban por todas partes, pero él permaneció como quien
no veía ni oía. No permitió que sus pensamientos se detuvieran en
asuntos prohibidos. El deseo de ganarse el favor de los egipcios no
pudo inducirle a ocultar sus principios. Si hubiera tratado de hacer
esto, habría sido vencido por la tentación; pero no se avergonzó de
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la religión de sus padres, y no hizo ningún esfuerzo por esconder el
hecho de que adoraba a Jehová.
“Jehová fué con José, y fué varón prosperado.... Y vió su señor
que Jehová era con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía
prosperar en su mano.” La confianza de Potifar en José aumentaba
diariamente, y por fin le ascendió a mayordomo, con dominio com-
pleto sobre todas sus posesiones. “Y dejó todo lo que tenía en mano
de José; ni con él sabía de nada más que del pan que comía.” Véase
Génesis 39-41
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