Página 256 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Condujiste en tu misericordia a este pueblo, al cual salvaste;
Llevástelo con tu fortaleza a la habitación de tu santuario.
Oiránlo los pueblos, y temblarán; ...
Caiga sobre ellos temblor y espanto;
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A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra;
Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová,
Hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.
Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad,
En el lugar de tu morada, que tú has aparejado, oh Jehová.”
Éxodo 15:1-17.
Como una voz que surgiera de gran profundidad, elevaron las
vastas huestes de Israel ese sublime tributo. Las mujeres israelitas
también se unieron al coro. María, la hermana de Moisés, dirigió a
las demás mientras cantaban con panderos y danzaban. En la lejanía
del desierto y del mar resonaba el gozoso coro, y las montañas
repetían el eco de las palabras de su alabanza: “Cantad a Jehová;
porque en extremo se ha engrandecido.”
Vers. 21
.
Este canto y la gran liberación que conmemoraba hicieron una
impresión imborrable en la memoria del pueblo hebreo. Siglo tras
siglo fué repetido por los profetas y los cantores de Israel para
atestiguar que Jehová es la fortaleza y la liberación de los que confían
en él.
Ese canto no pertenece sólo al pueblo judío. Indica la futura
destrucción de todos los enemigos de la justicia, y señala la victoria
final del Israel de Dios. El profeta de Patmos vió la multitud vestida
de blanco, “los que habían alcanzado la victoria,” que estaban sobre
“un mar de vidrio mezclado con fuego,” “teniendo las arpas de Dios.
“Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del
Cordero.”
Apocalipsis 15:2, 3
.
“No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da
gloria; por tu misericordia, por tu verdad.”
Salmos 115:1
. Tal fué el
espíritu que saturaba el canto de liberación de Israel, y es el espíritu
que debe morar en el corazón de los que aman y temen a Dios. Al
libertar nuestras almas de la esclavitud del pecado, Dios ha obrado
para nosotros una liberación todavía mayor que la de los hebreos
ante el mar Rojo. Como la hueste hebrea, nosotros debemos alabar