Página 280 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
el bien de Israel. El Señor dijo: “Habéis de serme varones santos,”
dignos de ser reconocidos por un Dios santo.
Estos “derechos” debían ser escritos por Moisés y junto con los
diez mandamientos, para cuya explicación fueron dados, debían ser
cuidadosamente atesorados como fundamento de la ley nacional y
como condición del cumplimiento de las promesas de Dios a Israel.
Se le dió entonces el siguiente mensaje de parte de Jehová: “He
aquí yo envío el Angel delante de ti para que te guarde en el camino,
y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de
él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra
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rebelión: porque mi nombre está en él. Pero si en verdad oyeres su
voz, e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo a tus enemigos,
y afligiré a los que te afligieren.”
Durante todo el peregrinaje de Israel, Cristo, desde la columna de
nube y fuego, fué su guía. Mientras tenían símbolos que señalaban
al Salvador que vendría, también tenían un Salvador presente, que
daba mandamientos al pueblo por medio de Moisés y que les fué
presentado como el único medio de bendición.
Al descender del monte, Moisés “contó al pueblo todas las pala-
bras de Jehová, y todos los derechos: y todo el pueblo respondió a
una voz, y dijeron: Ejecutaremos todas las palabras que Jehová ha
dicho.” Esta promesa, junto con las palabras del Señor que ellos se
comprometían a obedecer, fueron escritas por Moisés en un libro.
Entonces se procedió a ratificar el pacto. Se construyó un altar
al pie del monte, y junto a él se levantaron doce columnas “según
las doce tribus de Israel,” como testimonio de que aceptaban su
pacto. En seguida, jóvenes escogidos para ese servicio, presentaron
sacrificios a Dios.
Después de rociar el altar con la sangre de las ofrendas, Moisés
tomó “el libro de la alianza, y leyó a oídos del pueblo.” En esta
forma fueron repetidas solemnemente las condiciones del pacto,
y todos quedaron en libertad de decidir si querían cumplirlas o
no. Antes habían prometido obedecer la voz de Dios; pero desde
entonces habían oído pronunciar su ley; y se les habían detallado
sus principios, para que ellos supieran cuánto abarcaba ese pacto.
Nuevamente el pueblo contestó a una voz: “Haremos todas las cosas
que Jehová ha dicho, y obedeceremos.” “Porque habiendo leído
Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomando