Página 311 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 30—El tabernáculo y sus servicios
Este capítulo está basado en Éxodo 25 a 40; Levítico 4 y 16.
Mientras Moisés estaba en el monte, Dios le ordenó: “Hacerme
han un santuario, y yo habitaré entre ellos” (
Éxodo 25:8
); y le
dió instrucciones completas para la construcción del tabernáculo.
A causa de su apostasía, los israelitas habían perdido el derecho
a la bendición de la presencia divina, y por el momento hicieron
imposible la construcción del santuario de Dios entre ellos. Pero
después que les fuera devuelto el favor del Cielo, el gran caudillo
procedió a ejecutar la orden divina.
Ciertos hombres escogidos fueron especialmente dotados por
Dios con habilidad y sabiduría para la construcción del sagrado
edificio. Dios mismo le dió a Moisés el plano con instrucciones
detalladas acerca del tamaño y forma, así como de los materiales
que debían emplearse y de todos los objetos y muebles que había
de contener. Los dos lugares santos hechos a mano, habían de ser
“figura del verdadero,” “figuras de las cosas celestiales” (
Hebreos
9:24, 23
), es decir, una representación, en miniatura, del templo
celestial donde Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, después de
ofrecer su vida como sacrificio, habría de interceder en favor de los
pecadores. Dios presentó ante Moisés en el monte una visión del
santuario celestial, y le ordenó que hiciera todas las cosas de acuerdo
con el modelo que se le había mostrado. Todas estas instrucciones
fueron escritas cuidadosamente por Moisés, quien las comunicó a
los jefes del pueblo.
Para la construcción del santuario fué necesario hacer grandes
y costosos preparativos; hacía falta gran cantidad de los materiales
más preciosos y caros; no obstante, el Señor sólo aceptó ofrendas
voluntarias. “Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda:
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de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi
ofrenda.”
Éxodo 25:2
. Tal fué la orden divina que Moisés repitió a la
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