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Historia de los Patriarcas y Profetas
congregación. La devoción a Dios y un espíritu de sacrificio fueron
los primeros requisitos para construir la morada del Altísimo.
Todo el pueblo respondió unánimemente. “Y vino todo varón a
quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dió
voluntad, y trajeron ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo
del testimonio, y para toda su fábrica, y para las sagradas vestiduras.
Y vinieron así hombres como mujeres, todo voluntario de corazón,
y trajeron cadenas y zarcillos, sortijas y brazaletes, y toda joya de
oro; y cualquiera ofrecía ofrenda de oro a Jehová.
“Todo hombre que se hallaba con jacinto, o púrpura, o carmesí,
o lino fino, o pelo de cabras, o cueros rojos de carneros, o cueros de
tejones, lo traía. Cualquiera que ofrecía ofrenda de plata o de metal,
traía a Jehová la ofrenda: y todo el que se hallaba con madera de
Sittim, traíala para toda la obra del servicio.
“Además todas las mujeres sabias de corazón hilaban de sus
manos, y traían lo que habían hilado: cárdeno, o púrpura, o carmesí,
o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las levantó en sabiduría,
hilaron pelos de cabras.
“Y los príncipes trajeron piedras de ónix, y las piedras de los
engastes para el ephod y el racional; y la especia aromática y aceite,
para la luminaria, y para el aceite de la unción, y para el perfume
aromático.”
Éxodo 35:21-28
.
Mientras se llevaba a cabo la construcción del santuario, el pue-
blo, fuesen ancianos o jóvenes, adultos, mujeres o niños, continuaron
trayendo sus ofrendas hasta que los encargados de la obra vieron que
ya tenían lo suficiente, y aun más de lo que podrían usar. Y Moisés
hizo proclamar por todo el campamento: “Ningún hombre ni mujer
haga más obra para ofrecer para el santuario. Y así fué el pueblo
impedido de ofrecer.”
Éxodo 36:6
.
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Las murmuraciones de los israelitas y cómo Dios castigó sus
pecados, fueron registrados como advertencia para las futuras gene-
raciones. Y su devoción, su celo y liberalidad, son un ejemplo digno
de imitarse. Todos los que aman el culto de Dios y aprecian la bendi-
ción de su santa presencia, mostrarán el mismo espíritu de sacrificio
en la preparación de una casa donde él pueda reunirse con ellos.
Desearán traer al Señor una ofrenda de lo mejor que posean. La casa
que se construya para Dios no debe quedar endeudada, pues con ello
Dios sería deshonrado. Debiera darse voluntariamente una cantidad