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Historia de los Patriarcas y Profetas
y teniendo un sitio distinto en el santuario celestial, asimismo el
culto simbólico consistía en el servicio diario y el anual, y a cada
uno de ellos se dedicaba una sección del tabernáculo.
Como Cristo, después de su ascensión, compareció ante la pre-
sencia de Dios para ofrecer su sangre en beneficio de los creyentes
arrepentidos, así el sacerdote rociaba en el servicio diario la sangre
del sacrificio en el lugar santo en favor de los pecadores.
Aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepenti-
do de la condenación de la ley, no había de anular el pecado; éste
queda registrado en el santuario hasta la expiación final; así en el
símbolo, la sangre de la víctima quitaba el pecado del arrepentido,
pero quedaba en el santuario hasta el día de la expiación.
En el gran día del juicio final, los muertos han de ser juzgados
“por las cosas que” están “escritas en los libros, según sus obras.”
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Apocalipsis 20:12
. Entonces en virtud de la sangre expiatoria de
Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido since-
ramente serán borrados de los libros celestiales. En esta forma el
santuario será liberado, o limpiado, de los registros del pecado. En el
símbolo, esta gran obra de expiación, o el acto de borrar los pecados,
estaba representada por los servicios del día de la expiación, o sea de
la purificación del santuario terrenal, la cual se realizaba en virtud
de la sangre de la víctima y por la eliminación de los pecados que lo
manchaban.
Así como en la expiación final los pecados de los arrepentidos
han de borrarse de los registros celestiales, para no ser ya recordados,
en el símbolo terrenal eran enviados al desierto y separados para
siempre de la congregación.
Puesto que Satanás es el originador del pecado, el instigador
directo de todos los pecados que causaron la muerte del Hijo de Dios,
la justicia exige que Satanás sufra el castigo final. La obra de Cristo
en favor de la redención del hombre y la purificación del pecado del
universo, será concluida quitando el pecado del santuario celestial y
colocándolo sobre Satanás, quien sufrirá el castigo final. Así en el
servicio simbólico, el ciclo anual del ministerio se completaba con
la purificación del santuario y la confesión de los pecados sobre la
cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel.
De este modo, en el servicio del tabernáculo, y en el del templo
que posteriormente ocupó su lugar, se enseñaban diariamente al