Página 336 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

332
Historia de los Patriarcas y Profetas
lobreguez en que el pecado había envuelto al mundo, provino de
Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de resplandor celestial que ha
caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la redención,
Cristo es el Alfa y la Omega, el Primero y el Último.
Desde que el Salvador derramó su sangre para la remisión de los
[384]
pecados, y ascendió al cielo “para presentarse ahora por nosotros en
la presencia de Dios” (
Hebreos 9:24
), raudales de luz han brotado
de la cruz del Calvario y de los lugares santos del santuario celestial.
Pero porque se nos haya otorgado una luz más clara no debiéramos
menospreciar la que en tiempos anteriores fué recibida mediante
símbolos que revelaban al Salvador futuro. El Evangelio de Cristo
arroja luz sobre la economía judía y da significado a la ley ceremo-
nial. A medida que se revelan nuevas verdades, y se aclara aún más
lo que se sabía desde el principio, se hacen más manifiestos el carác-
ter y los propósitos de Dios en su trato con su pueblo escogido. Todo
rayo de luz adicional que recibimos nos hace comprender mejor el
plan de redención, cumplimiento de la voluntad divina en favor de
la salvación del hombre. Vemos nueva belleza y fuerza en la Palabra
inspirada, y la estudiamos con interés más profundo y concentrado.
Muchos opinan que Dios colocó una muralla divisoria entre los
hebreos y el resto del mundo; que su cuidado y amor de los que
privara en gran parte al resto de la humanidad, se concentraban en Is-
rael. Pero no fué el propósito de Dios que su pueblo construyera una
muralla de separación entre ellos y sus semejantes. El corazón del
Amor infinito abarcaba a todos los habitantes de la tierra. Aunque le
habían rechazado, constantemente procuraba revelárseles, y hacerlos
partícipes de su amor y su gracia. Su bendición fué concedida al
pueblo escogido, para que éste pudiera bendecir a otros.
Dios llamó a Abrahán, le prosperó y le honró; y la fidelidad del
patriarca fué una luz para la gente de todos los países donde habitó.
Abrahán no se aisló de quienes le rodeaban. Mantuvo relaciones
amistosas con los reyes de las naciones circundantes, y fué tratado
por algunos de ellos con gran respeto; su integridad y desinterés, su
valor y benevolencia, representaron el carácter de Dios. A Mesopo-
tamia, a Canaán, a Egipto, hasta a los habitantes de Sodoma, el Dios
del cielo se les reveló por medio de su representante.
[385]
Asimismo se reveló Dios por medio de José al pueblo egipcio
y a todas las naciones relacionadas con aquel poderoso reino. ¿Por