Página 391 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La roca herida
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pueden excusar el pecado. Por intensa que sea la presión ejercida
sobre el alma, la transgresión es siempre un acto nuestro. No puede
la tierra ni el infierno obligar a nadie a que haga el mal. Satanás nos
ataca en nuestros puntos débiles, pero no es preciso que nos venza.
Por severo o inesperado que sea el asalto, Dios ha provisto ayuda
para nosotros, y mediante su poder podemos ser vencedores.
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