Página 427 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La apostasía a orillas del Jordán
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“Phinees ... ha hecho tornar mi furor de los hijos de Israel,” fué
el mensaje divino; “por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto
de paz con él; y tendrá él, y su simiente después de él, el pacto
del sacerdocio perpetuo; por cuanto tuvo celo por su Dios, e hizo
expiación por los hijos de Israel.”
Los juicios que cayeron sobre Israel por su pecado en Sittim,
destruyeron los sobrevivientes de aquella vasta compañía que me-
reciera casi cuarenta años antes la sentencia: “Han de morir en el
desierto.” El censo que Dios mandó hacer mientras el pueblo acam-
paba en las planicies del Jordán, demostró que ninguno quedaba “de
los contados por Moisés y Aarón el sacerdote, los cuales contaron a
los hijos de Israel en el desierto de Sinaí.... No quedó varón de ellos,
sino Caleb, hijo de Jephone, y Josué, hijo de Nun.”
Números 26:64,
65
.
Dios había mandado castigos sobre los israelitas porque ellos
habían cedido a los halagos de los madianitas; pero los tentadores
mismos no habían de escapar a la ira de la divina justicia. Los amale-
citas, que habían atacado a Israel en Rephi dim, y caído súbitamente
sobre los débiles y rezagados de l hueste, no fueron castigados sino
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mucho tiempo después; mientras que los madianitas, que lo indu-
jeron a pecar, hubieron de sentir con presteza los juicios de Dios,
porque eran los enemigos más peligrosos. “Haz la venganza de los
hijos de Israel sobre los Madianitas—fué la orden que se le dió a
Moisés;—después serás recogido a tus pueblos.” Véase
Números 31
.
Esta orden fué obedecida al instante. Se escogieron mil hombres de
cada una de las tribus, y se los mandó bajo la dirección de Phinees.
“Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés.... Ma-
taron también, entre los muertos de ellos, a los reyes de Madián: ...
cinco reyes de Madián; a Balaam también, hijo de Beor, mataron a
cuchillo.” Las mujeres que fueron capturadas por el ejército atacante,
fueron muertas según la orden de Moisés, como las más culpables y
como el enemigo más peligroso de Israel.
Tal fué el fin de quienes habían proyectado el daño del pueblo
de Dios. El salmista dice: “Hundiéronse las gentes en la fosa que
hicieron; en la red que escondieron fué tomado su pie.” “Porque
no dejará Jehová su pueblo, ni desamparará su heredad; sino que el
juicio será vuelto a justicia.” Cuando “pónense en corros contra la