Página 472 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
de ellos.” Sabiendo que les era imposible resistir a los hebreos, los
gabaonitas habían recurrido a esa estratagema para conservar la vida.
Fué grande la indignación de los israelitas cuando supieron que
se los había engañado. Y esta indignación aumentó cuando después
de tres días de viaje, llegaron a las ciudades de los gabaonitas, cerca
del centro del país. “Toda la congregación murmuraba contra los
príncipes;” pero éstos rehusaron quebrantar la alianza que habían
hecho a pesar de que fué lograda por fraude, porque habían “jurado
por Jehová Dios de Israel.” “Y no los hirieron los hijos de Israel.”
Los gabaonitas se habían comprometido solemnemente a renunciar
a la idolatría, y a aceptar el culto de Jehová; y al perdonarles la vida,
no se violaba el mandamiento de Dios que ordenaba la destrucción
de los cananeos idólatras. De manera que por su juramento los
hebreos no se habían comprometido a cometer pecado. Y aunque
el juramento se había obtenido por engaño no debía ser violado.
La obligación incurrida al empeñar uno su palabra, con tal que no
sea para cometer un acto malo o ilícito, debe tenerse por sagrada.
Ninguna consideración de ganancia material, venganza o interés
personal, puede afectar la inviolabilidad de un juramento o promesa.
“Los labios mentirosos son abominación a Jehová.” “Subirá al monte
de Jehová” y “estará en lugar de su santidad” el que “habiendo jurado
en daño suyo, no por eso muda.”
Proverbios 12:22
;
Salmos 24:3
;
15:4
.
A los gabaonitas se les permitió vivir, pero se los destinó a prestar
servidumbre en el santuario, a desempeñar todos los trabajos inferio-
res. “Y constituyólos Josué aquel día por leñadores y aguadores para
la congregación y para el altar de Jehová.” Ellos aceptaron agradeci-
dos esta imposición, y sabiendo que eran culpables, se conformaron
con comprar su vida bajo cualesquiera condiciones. “Henos aquí
en tu mano—dijeron a Josué:—lo que te pareciere bueno y recto
hacer de nosotros, hazlo.” Durante muchos siglos sus descendientes
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estuvieron vinculados con el servicio del santuario.
El territorio de los gabaonitas comprendía cuatro ciudades. El
pueblo no estaba bajo la soberanía de un rey, sino que lo gobernaban
ancianos o senadores. Gabaón, la más importante de sus ciudades,
“era una gran ciudad, como una de las ciudades reales,” “y todos sus
hombres fuertes.” El hecho de que el pueblo de esa ciudad recurriera