Página 473 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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La alianza con los Gabaonitas
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a una argucia tan humillante para salvar la vida, demuestra cuánto
terror inspiraban los israelitas a los habitantes de Canaán.
Pero les hubiera salido mejor a los gabaonitas si hubieran tratado
honradamente con Israel. Aunque su sumisión a Jehová les permitió
conservar la vida, su engaño sólo les reportó deshonra y servidumbre.
Dios había estatuído que todos los que renunciaran al paganismo, y
se unieran con los israelitas, habían de participar de las bendiciones
del pacto. Quedaban incluídos en la expresión “el extranjero que
peregrina entre vosotros,” y con pocas excepciones esta clase había
de gozar iguales favores y privilegios que Israel. El mandamiento de
Dios fué:
“Y cuando el extranjero morare contigo en vuestra tierra, no le
oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero
que peregrinare entre vosotros; y ámalo como a ti mismo.”
Levítico
19:33, 34
. Con respecto a la pascua y al ofrecimiento de sacrificios
se había ordenado: “Un mismo estatuto tendréis, vosotros de la con-
gregación y el extranjero que con vosotros mora; ... como vosotros,
así será el peregrino delante de Jehová.”
Números 15:15
.
Tales eran las condiciones en las cuales los gabaonitas podrían
haber sido recibidos de no haber mediado el engaño al cual habían
recurrido. Ser hechos leñadores y aguadores por todas las genera-
ciones no era poca humillación para aquellos ciudadanos de una
ciudad real, donde todos los hombres eran “fuertes.” Pero habían
adoptado el manto de la pobreza con fines de engaño, y les quedó
como insignia de servidumbre perpetua. A través de todas las gene-
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raciones, esta servidumbre iba a atestiguar el aborrecimiento en que
Dios tiene la mentira.
La sumisión de Gabaón a los israelitas desalentó a los reyes de
Canaán. Tomaron inmediatamente medidas para vengarse de los que
habían hecho la paz con los invasores. Bajo la dirección de Adoni-
sedec, rey de Jerusalén, cinco de los reyes cananeos se confederaron
contra Gabaón. Sus movimientos fueron rápidos. Los gabaonitas no
estaban preparados para defenderse y enviaron un mensaje a Josué
que estaba en Gilgal: “No encojas tus manos de tus siervos; sube
prestamente a nosotros para guardarnos y ayudarnos: porque todos
los reyes de los Amorrheos que habitan en las montañas, se han
juntado contra nosotros.” El peligro no sólo amenazaba al pueblo de
Gabaón, sino también a Israel. La ciudad dominaba los pasos que