Página 474 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
daban acceso al centro y al sur de Palestina, y había que conservarla
si se quería conquistar el país.
Josué se preparó en seguida para acudir en auxilio de Gabaón.
Los habitantes de la ciudad sitiada habían temido que a causa del
fraude que habían cometido, Josué rechazara su pedido de ayuda. Pe-
ro en vista de que se habían sometido al dominio de Israel, y habían
aceptado adorar a Dios, Josué se sintió obligado a protegerlos. No
obró esta vez sin consultar a Dios, y el Señor le alentó en la empresa.
“No tengas temor de ellos—fué el mensaje divino:—porque yo los
he entregado en tu mano, y ninguno de ellos parará delante de ti.”
Así que “subió Josué de Gilgal, él y todo el pueblo de guerra con él,
y todos los hombres valientes.”
Marchando toda la noche, tuvo sus fuerzas frente a Gabaón por la
mañana. Apenas habían colocado los príncipes aliados sus ejércitos
alrededor de la ciudad cuando Josué cayó sobre ellos. El ataque
resultó una derrota total para los sitiadores. El inmenso ejército
invasor huyó ante Josué montaña arriba por el desfiladero de Beth-
orón; y habiendo ganado las alturas, se precipitaron montaña abajo
al otro lado. Allí estalló sobre ellos terrible tempestad de granizo.
“Jehová echó sobre ellos del cielo grandes piedras.... Muchos más
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murieron de las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel
habían muerto a cuchillo.”
Mientras los amorreos continuaban huyendo precipitadamente,
procurando hallar refugio en las fortalezas de la montaña, Josué,
mirando hacia abajo desde la altura, vió que el día iba a resultar corto
para completar su obra. Si sus enemigos no quedaban completamente
derrotados, se reunirían y reanudarían la lucha. “Entonces Josué
habló a Jehová, ... y dijo en presencia de los Israelitas: Sol, detente
en Gabaón; y tú, Luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y
la luna se paró, hasta tanto que la gente se hubo vengado de sus
enemigos.... El sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a
ponerse casi un día entero.”
Antes de que anocheciera, la promesa que Dios hizo a Josué se
había cumplido. Todo el ejército enemigo había sido entregado en
sus manos. Israel iba a recordar durante mucho tiempo los aconteci-
mientos de aquel día. “Nunca fué tal día antes ni después de aquél,
habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre: porque Jehová
peleaba por Israel.” “El sol y la luna se pararon en su estancia: a la