Página 504 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

500
Historia de los Patriarcas y Profetas
servicio, la fuerza del cerebro, de los huesos y de los músculos, que
constituyen el capital de los pobres.
[576]
El Señor prometió grandes bendiciones a Israel con tal que obe-
deciera a sus instrucciones: “Yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y
la tierra rendirá sus producciones, y el árbol del campo dará su fruto;
y la trilla os alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la
sementera, y comeréis vuestro pan en hartura, y habitaréis seguros
en vuestra tierra; y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá
quien os espante; y haré quitar las malas bestias de vuestra tierra,
y no pasará por vuestro país la espada, ... y andaré entre vosotros,
y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.... Empero si
no me oyereis, ... no ejecutando todos mis mandamientos, e inva-
lidando mi pacto, ... sembraréis en balde vuestra simiente, porque
vuestros enemigos la comerán: y pondré mi ira sobre vosotros, y
seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen
se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga.”
Levítico 26:4-17
.
Muchos insisten en que todos los hombres deben tener igual-
mente parte en las bendiciones temporales de Dios. Pero tal no fué
el propósito del Creador. La diversidad de condición entre unos y
otros es uno de los medios por los cuales Dios se propone probar
y desarrollar el carácter. Sin embargo, quiere que quienes posean
bienes de este mundo se consideren meramente administradores de
sus posesiones, personas a quienes se confiaron los recursos que se
han de emplear en pro de los necesitados y de los que sufren.
Cristo dijo que habrá siempre pobres entre nosotros; e identi-
fica su interés con el de su pueblo afligido. El corazón de nuestro
Redentor se compadece de los más pobres y humildes de sus hijos
terrenales. Nos dice que son sus representantes en la tierra. Los
colocó entre nosotros para despertar en nuestro corazón el amor
que él siente hacia los afligidos y los oprimidos. Cristo acepta la
misericordia y la benevolencia que se les muestre como si fuese
manifestada para con él. Considera como dirigido contra él mismo
cualquier acto de crueldad o de negligencia hacia ellos.
[577]
Si la ley dada por Dios en beneficio de los pobres se hubiera
observado y ejecutado siempre, ¡cuán diferente sería el estado actual
del mundo, espiritual y materialmente! El egoísmo y la vanidad no
se manifestarían como ahora se manifiestan, sino que cada uno de