Página 54 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 5—Caín y Abel probados
Cain y Abel, los hijos de Adán, eran muy distintos en carác-
ter. Abel poseía un espíritu de lealtad hacia Dios; veía justicia y
misericordia en el trato del Creador hacia la raza caída, y acepta-
ba agradecido la esperanza de la redención. Pero Caín abrigaba
sentimientos de rebelión y murmuraba contra Dios, a causa de la
maldición pronunciada sobre la tierra y sobre la raza humana por el
pecado de Adán. Permitió que su mente se encauzara en la misma
dirección que los pensamientos que hicieron caer a Satanás, quien
había alentado el deseo de ensalzarse y puesto en tela de juicio la
justicia y autoridad divinas.
Estos hermanos fueron probados, como lo había sido Adán antes
que ellos, para comprobar si habrían de creer y obedecer las pala-
bras de Dios. Conocían el medio provisto para salvar al hombre, y
entendían el sistema de ofrendas que Dios había ordenado. Sabían
que mediante esas ofrendas podían expresar su fe en el Salvador a
quien éstas representaban, y al mismo tiempo reconocer su completa
dependencia de él para obtener perdón; y sabían que sometiéndose
así al plan divino para su redención, demostraban su obediencia a
la voluntad de Dios. Sin derramamiento de sangre no podía haber
perdón del pecado; y ellos habían de mostrar su fe en la sangre
de Cristo como la expiación prometida ofreciendo en sacrificio las
primicias del ganado. Además de esto, debían presentar al Señor los
primeros frutos de la tierra, como ofrenda de agradecimiento.
Los dos hermanos levantaron altares semejantes, y cada uno de
ellos trajo una ofrenda. Abel presentó un sacrificio de su ganado,
conforme a las instrucciones del Señor. “Y miró Jehová con agrado
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a Abel y a su ofrenda.”
Génesis 4:4
. Descendió fuego del cielo y
consumió la víctima. Pero Caín, desobedeciendo el directo y expreso
mandamiento del Señor, presentó sólo una ofrenda de frutos. No
hubo señal del cielo de que este sacrificio fuera aceptado. Abel
rogó a su hermano que se acercase a Dios en la forma que él había
ordenado; pero sus súplicas crearon en Caín mayor obstinación para
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