Página 544 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 56—Elí y sus hijos
Este capítulo está basado en 1 Samuel 2:12-36.
Elí era sacerdote y juez de Israel. Ocupaba los puestos más altos
y de mayor responsabilidad entre el pueblo de Dios. Como hombre
escogido divinamente para las sagradas obligaciones del sacerdocio,
y puesto sobre todo el país como la autoridad judicial más elevada,
se le consideraba como un ejemplo, y ejercía una gran influencia
sobre las tribus de Israel. Pero aunque había sido nombrado para que
gobernara al pueblo, no regía bien su propia casa. Elí era un padre
indulgente. Amaba tanto la paz y la comodidad, que no ejercía su
autoridad para corregir los malos hábitos ni las pasiones de sus hijos.
Antes que contender con ellos, o castigarlos, prefería someterse
a la voluntad de ellos, y les cedía en todo. En vez de considerar
la educación de sus hijos como una de sus responsabilidades más
importantes, trataba el asunto como si tuviera muy poca importancia.
El sacerdote y juez de Israel no había sido dejado en las tinieblas
con respecto a la obligación de refrenar y disciplinar a los hijos
que Dios había confiado a su cuidado. Pero Elí se substrajo a estas
obligaciones, porque significaban contrariar la voluntad de sus hijos,
y le imponían la necesidad de castigarlos y de negarles ciertas cosas.
Sin pesar las consecuencias terribles de su proceder, satisfizo todos
los deseos de sus hijos, y descuidó la obra de prepararlos para el
servicio de Dios y los deberes de la vida.
Dios había dicho de Abrahán: “Yo lo he conocido, sé que
man-
dará
a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de
Jehová, haciendo justicia y juicio.”
Génesis 18:19
. Pero Elí permitió
que sus hijos le dominaran a él. El padre se sometió a los hijos.
La maldición de la transgresión era aparente en la corrupción y la
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impiedad que distinguían la conducta de sus hijos. No apreciaban
debidamente el carácter de Dios ni la santidad de su ley. El servicio
de él era para ellos una cosa común. Desde su niñez se habían acos-
tumbrado al santuario y su servicio; pero en vez de volverse más
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