Página 551 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Capítulo 57—El arca tomada por los Filisteos
Este capítulo está basado en 1 Samuel 3 a 7.
Otra advertencia había de ser dada a la casa de Elí. Dios no podía
comunicarse con el sumo sacerdote ni con sus hijos; sus pecados,
como densa nube, excluían la presencia del Espíritu Santo. Pero en
medio de la impiedad el niño Samuel permanecía fiel al Cielo, y
fué comisionado, como profeta del Altísimo, para dar el mensaje de
condenación a la casa de Elí.
“La palabra de Jehová era de estima en aquellos días; no había
visión manifiesta. Y aconteció un día, que estando Elí acostado en
su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse, que no
podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde
el arca de Dios estaba: y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,
Jehová llamó a Samuel.” Véase
1 Samuel 3-7
.
Creyendo que la voz era de Elí, el niño se apresuró a ir al lado
de la cama del sacerdote, diciéndole: “Heme aquí; ¿para qué me
llamaste?” La contestación que recibió fué: “Hijo mío, yo no he
llamado; vuelve, y acuéstate.” Tres veces fué llamado Samuel, y tres
veces contestó de la misma manera. Y entonces Elí se convenció
de que la voz misteriosa era la de Dios. El Señor había pasado por
alto a su siervo elegido, el anciano canoso, para comunicarse con
un niño. Esto era de por sí un reproche amargo, pero bien merecido
para Elí y su casa.
Ningún sentimiento de envidia o celos se despertó en el corazón
de Elí. Le aconsejó a Samuel que contestara, si se le llamaba nue-
vamente: “Habla, Jehová, que tu siervo oye.” Una vez más se oyó
la voz, y el niño contestó: “Habla, que tu siervo oye.” Estaba tan
asustado al pensar que el gran Dios le hablaba, que no pudo recordar
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exactamente las palabras que Elí le había mandado decir.
“Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel,
que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquel día yo des-
pertaré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa. En
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