Página 556 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Pero el Señor no había desechado completamente a su pueblo, ni
tampoco iba a tolerar mucho tiempo el júbilo de los paganos. Había
usado a los filisteos como instrumento para castigar a los israelitas, y
empleó el arca para castigar a los filisteos. En tiempos anteriores, la
divina presencia la había acompañado, para ser la fuerza y la gloria
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de su pueblo obediente. Aún la acompañaría esa presencia invisible,
para infundir terror y ocasionar destrucción a los transgresores de la
santa ley. A menudo el Señor emplea a sus acérrimos enemigos para
castigar la infidelidad del pueblo que profesa seguirle. Los impíos
podrán triunfar por algún tiempo, viendo a Israel sufrir el castigo;
pero llegará el momento cuando ellos también habrán de sufrir la
sentencia de un Dios santo que odia el pecado. Doquiera se abrigue
la iniquidad, allí caerán rápidos y certeros los juicios divinos.
Los filisteos llevaron el arca en procesión triunfal a Asdod, una
de sus cinco ciudades principales, y la pusieron en la casa de su
dios Dagón. Se imaginaban que el poder que hasta entonces había
acompañado el arca sería suyo, y que, unido al poder de Dagón,
los haría invencibles. Pero al entrar en el templo al día siguiente,
presenciaron una escena que los llenó de consternación. Dagón había
caído de bruces al suelo ante el arca de Jehová. Reverentemente, los
sacerdotes recogieron el ídolo y lo colocaron en su sitio, pero a la
mañana siguiente lo encontraron misteriosamente mutilado, otra vez
derribado en el suelo ante el arca. La parte superior de este ídolo era
semejante a la de un hombre, y la parte inferior se asemejaba a la de
un pez. Ahora toda la parte que se parecía a la forma humana había
sido cortada, y quedaba solamente el cuerpo del pez. Los sacerdotes
y el pueblo estaban horrorizados; consideraban este acontecimiento
misterioso como un mal augurio que presagiaba la destrucción de
ellos y de sus ídolos ante el Dios de los hebreos. Sacaron entonces
el arca del templo y la colocaron en un edificio aparte.
Los habitantes de Asdod se vieron afectados por una enfermedad
angustiosa y fatal. Recordando las plagas que el Dios de Israel había
infligido a Egipto, el pueblo atribuyó esta calamidad a la presencia
del arca entre ellos. Se decidió llevarla a Gath. Pero poco después
de su llegada allí comenzó la plaga y los hombres de la ciudad la
enviaron a Ecrón. Los habitantes la recibieron con terror y clamando:
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“Han pasado a mí el arca del Dios de Israel por matarme a mí y a mi
pueblo.” Se volvieron a sus dioses en busca de protección, como lo