Página 57 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

Basic HTML Version

Caín y Abel probados
53
abandonó a sus propias fuerzas; sino que condescendió en razonar
con el hombre que se había mostrado tan obstinado. Y el Señor dijo
a Caín: “¿Por qué te has ensañado, y por qué se ha inmutado tu
rostro?” Por medio de un ángel se le hizo llegar la divina amonesta-
ción: “Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado? y si no hicieres bien,
el pecado está a la puerta.”
Génesis 4:6, 7
. Tocaba a Caín escoger.
Si confiaba en los méritos del Salvador prometido, y obedecía los
requerimientos de Dios, gozaría su favor. Pero si persistía en su
incredulidad y transgresión, no tendría fundamento para quejarse al
ser rechazado por el Señor.
Pero en lugar de reconocer su pecado, Caín siguió quejándose
[62]
de la injusticia de Dios, y abrigando envidia y odio contra Abel.
Censuró violentamente a su hermano y trató de arrastrarlo a una
disputa acerca del trato de Dios con ellos. Con mansedumbre, pero
valiente y firmemente, Abel defendió la justicia y la bondad de Dios.
Indicó a Caín su error, y trató de convencerle de que el mal estaba
en él. Le recordó la infinita misericordia de Dios al perdonar la
vida a sus padres cuando pudo haberlos castigado con la muerte
instantánea, e insistió en que Dios realmente los amaba, pues de otra
manera no entregaría a su Hijo, santo e inocente, para que sufriera
el castigo que ellos merecían. Todo esto aumentó la ira de Caín. La
razón y la conciencia le decían que Abel estaba en lo cierto; pero
se enfurecía al ver que quien solía aceptar su consejo osaba ahora
disentir con él, y al ver que no lograba despertar simpatía hacia su
rebelión. En la furia de su pasión, dió muerte a su hermano.
Caín odió y mató a su hermano, no porque Abel le hubiese
causado algún mal, sino “porque sus obras eran malas, y las de su
hermano justas.”
1 Juan 3:12
. Asimismo odiaron los impíos en todo
tiempo a los que eran mejores que ellos. La vida de obediencia de
Abel y su fe pronta para responder eran un perpetuo reproche para
Caín. “Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la
luz, porque sus obras no sean redargüídas.”
Juan 3:20
. Cuanto más
clara sea la luz celestial reflejada por el carácter de los fieles siervos
de Dios, tanto más a lo vivo quedan revelados los pecados de los
impíos, y tanto más firmes serán los esfuerzos que harán por destruir
a los que turban su paz.
La muerte de Abel fué el primer ejemplo de la enemistad que
Dios predijo que existiría entre la serpiente y la simiente de la mujer;