Página 578 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
sentido el poder renovador de la gracia divina.
Saúl era hijo de un jefe poderoso y opulento; sin embargo, de
acuerdo con la sencillez de la vida de aquel entonces, desempeñaba
con su padre los humildes deberes de un agricultor. Habiéndose
extraviado algunos animales de su padre, Saúl salió a buscarlos con
un criado. Los buscaron en vano durante tres días, cuando, en vista
de que no estaban lejos de Rama (
véase el Apéndice, nota 12
), donde
vivía Samuel, el siervo propuso que fueran a consultar al profeta
acerca del ganado perdido. “He aquí se halla en mi mano la cuarta
parte de un siclo de plata—dijo:—esto daré al varón de Dios, porque
nos declare nuestro camino.” Esto concordaba con las costumbres
de aquel tiempo. Al acercarse alguien a una persona que le fuese
superior en categoría o cargo, le ofrecía un pequeño regalo, como
testimonio de respeto.
Al aproximarse a la ciudad, encontraron a unas jóvenes que
habían ido a sacar agua, y les preguntaron por el vidente. En contes-
tación, ellas manifestaron que se iba a realizar un servicio religioso,
que el profeta ya había llegado, pues habría un sacrificio “en el alto,”
y luego un festín de sacrificio.
Bajo la administración de Samuel se había producido un gran
cambio. Cuando Dios le llamó por primera vez, los servicios del san-
tuario eran considerados con desdén. “Los hombres menospreciaban
los sacrificios de Jehová.”
1 Samuel 2:17
. Pero ahora se rendía culto
a Dios en todo el país, y el pueblo manifestaba vivo interés en los
servicios religiosos. Como no había servicio en el tabernáculo, los
sacrificios se ofrecían en ese entonces en otros sitios; y para este fin
se elegían las ciudades de los sacerdotes y de los levitas adonde el
pueblo iba para instruirse. Los puntos más altos de estas ciudades se
escogían generalmente como sitios de sacrificio, y a esto se refería
la expresión “en el alto.”
En la puerta de la ciudad, Saúl se encontró con el profeta mismo.
Dios le había revelado a Samuel que en esa ocasión el rey escogido
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para Israel se presentaría delante de él. Mientras estaban uno frente
al otro, el Señor le dijo a Samuel: “He aquí éste es el varón del cual te
hablé; éste señoreará a mi pueblo.” A la petición de Saúl: “Ruégote
que me enseñes dónde está la casa del vidente,” Samuel respondió:
“Yo soy el vidente.” Asegurándole también que los animales perdidos
habían sido encontrados, le exhortó a que se quedara y asistiera al