Página 670 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
Los hombres de Israel la seguían, con gritos de alabanza y de
regocijo, y con cantos de júbilo, pues era una gran multitud de voces
la que se unía a la melodía y el sonido de los instrumentos musicales.
“Así David y toda la casa de Israel llevaban el arca de Jehová con
júbilo y sonido de trompeta.” Véase
2 Samuel 6
. Hacía mucho que
Israel no presenciaba semejante escena de triunfo. Con regocijo
solemne, la enorme procesión iba serpenteando entre las colinas y
los valles, hacia la ciudad santa.
Pero “cuando llegaron a la era de Nachón, Uzza extendió la
mano al arca de Dios, y túvola; porque los bueyes daban sacudidas.
Y el furor de Jehová se encendió contra Uzza, e hiriólo allí Dios por
aquella temeridad,
y cayó allí muerto junto al arca de Dios.”
Un temor repentino se apoderó de la regocijada multitud. David
se asombró y alarmó, y en su corazón puso en tela de juicio la justicia
de Dios. El procuraba honrar el arca como símbolo de la presencia
divina. ¿Por qué, entonces, se había mandado aquel terrible castigo
para que cambiara la escena de alegría en una ocasión de dolor y
luto? Creyendo que sería peligroso tener el arca cerca de sí, David
resolvió dejarla donde estaba. Se encontró un lugar en las cercanías,
en la casa del geteo Obed-edom.
La suerte de Uzza fué un castigo divino por la violación de
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un mandamiento muy explícito. Por medio de Moisés el Señor
había dado instrucciones especiales acerca de cómo transportar el
arca. Sólo los sacerdotes, descendientes de Aarón, podían tocarla,
o aun mirarla descubierta. El mandamiento divino era el siguiente:
“Vendrán ... los hijos de Coath para conducir: mas no tocarán cosa
santa, que morirán.”
Números 4:15
. Los sacerdotes habían de cubrir
el arca, y luego los coatitas debían levantarla mediante los palos
que pasaban por los anillos de cada lado del arca, y que nunca se
quitaban. A los hijos de Gersón y de Merari, que tenían a su cargo
las cortinas y las tablas y los pilares del tabernáculo, Moisés les
dió carretas y bueyes para que transportaran en éstas lo que se les
había encomendado a ellos. “Y a los hijos de Coath no dió; porque
llevaban sobre sí
en los hombros
el servicio del santuario.”
Números
7:9
. Así al traer el arca de Kiriath-jearim se habían pasado por alto
en forma directa e inexcusable las instrucciones del Señor.
David y su pueblo se habían congregado para llevar a cabo
una obra sagrada, y la habían emprendido con corazón alegre y