Página 92 - Historia de los Patriarcas y Profetas (1954)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el
ejército de ellos por el espíritu de su boca.... Porque él dijo, y fué
hecho; él mandó, y existió.”
Salmos 33:6, 9
. La Sagrada Escritura
no reconoce largos períodos en los cuales la tierra fué saliendo
lentamente del caos. Acerca de cada día de la creación, las Santas
Escrituras declaran que consistía en una tarde y una mañana, como
todos los demás días que siguieron desde entonces. Al fin de cada día
se da el resultado de la obra del Creador. Y al terminar la narración
de la primera semana se dice: “Estos son los orígenes de los cielos y
de la tierra cuando fueron criados.”
Génesis 2:4
. Pero esto no implica
que los días de la creación fueron algo más que días literales. Cada
día se llama un origen, porque Dios originó o produjo en él una parte
nueva de su obra.
Los geólogos alegan que en la misma tierra se encuentra la
evidencia de que ésta es mucho más vieja de lo que enseña el relato
mosaico. Han descubierto huesos de seres humanos y de animales,
así como también instrumentos bélicos, árboles petrificados, etc.,
mucho mayores que los que existen hoy día, o que hayan existido
durante miles de años, y de esto infieren que la tierra estaba poblada
mucho tiempo antes de la semana de la creación de la cual nos
habla la Escritura, y por una raza de seres de tamaño muy superior
al de cualquier hombre de la actualidad. Semejante razonamiento
ha llevado a muchos que aseveran creer en la Sagrada Escritura a
aceptar la idea de que los días de la creación fueron períodos largos
e indefinidos.
Pero sin la historia bíblica, la geología no puede probar nada.
Los que razonan con tanta seguridad acerca de sus descubrimien-
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tos, no tienen una noción adecuada del tamaño de los hombres, los
animales y los árboles antediluvianos, ni de los grandes cambios
que ocurrieron en aquel entonces. Los vestigios que se encuentran
en la tierra dan evidencia de condiciones que en muchos respectos
eran muy diferentes de las actuales; pero el tiempo en que estas
condiciones imperaron sólo puede saberse mediante la Sagrada Es-
critura. En la historia del diluvio, la inspiración divina ha explicado
lo que la geología sola jamás podría desentrañar. En los días de Noé,
hombres, animales y árboles de un tamaño muchas veces mayor
que el de los que existen actualmente, fueron sepultados y de esa
manera preservados para probar a las generaciones subsiguientes