Página 129 - Profetas y Reyes (1957)

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Josafat
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fuerzas con las de Judá, podría recuperar Ramot, una de las antiguas
ciudades de refugio que, sostenía él, pertenecía legítimamente a los
israelitas.
Aunque en un momento de debilidad Josafat había prometido
temerariamente unirse al rey de Israel en su guerra contra los sirios,
su mejor criterio le indujo a procurar el conocimiento de la volun-
tad de Dios acerca de la empresa. Sugirió a Acab: “Ruégote que
consultes hoy la palabra de Jehová.” En respuesta, Acab convocó a
cuatrocientos de los falsos profetas de Samaria y les preguntó: “¿Ire-
mos a la guerra contra Ramoth de Galaad, o estaréme yo quieto?”
Ellos contestaron: “Sube, que Dios los entregará en mano del rey.”
2
Crónicas 18:4, 5
.
Como no estaba satisfecho con esto, Josafat intentó conocer
con certidumbre la voluntad de Dios. Averiguó: “¿Hay aún aquí
algún profeta de Jehová, para que por él preguntemos?”
Vers. 6
.
Contestó Acab: “Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a
Jehová, Micheas, hijo de Imla: mas yo le aborrezco, porque nunca me
profetiza bien, sino solamente mal.”
1 Reyes 22:8
. Josafat manifestó
firmeza en su pedido de que se llamase al varón de Dios; y cuando
éste compareció delante de ellos y Acab le adjuró que hablase “sino
la verdad en el nombre de Jehová,” Miqueas dijo: “Yo ví a todo
Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor: y
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Jehová dijo: Estos no tienen señor: vuélvase cada uno a su casa en
paz.”
Vers. 16, 17
.
Las palabras del profeta debieran haber bastado para indicar a
los reyes que su proyecto no tenía el favor del Cielo; pero ni uno ni
otro de los gobernantes se sentía inclinado a escuchar la advertencia.
Acab había trazado su conducta, y estaba resuelto a seguirla. Josafat
había dado su palabra de honor: “Iremos contigo a la guerra” (
2
Crónicas 18:3
); y después de hacer una promesa tal, no quería retirar
sus fuerzas. “Subió pues el rey de Israel con Josaphat rey de Judá a
Ramoth de Galaad.”
1 Reyes 22:29
.
Durante la batalla que siguió, Acab fué alcanzado por una saeta,
y murió al atardecer. “Y a puesta del sol salió un pregón por el
campo, diciendo: ¡Cada uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!”
Vers. 36
. Así se cumplió la palabra del profeta.
Después de esta batalla desastrosa, Josafat volvió a Jerusalén.
Cuando se acercaba a la ciudad, el profeta Jehú se le acercó con