Página 136 - Profetas y Reyes (1957)

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Capítulo 16—Caída de la casa de Acab
Este capítulo está basado en 1 Reyes 21; 2 Reyes 1.
La mala influencia que Jezabel había ejercido desde el principio
sobre Acab continuó durante los años ulteriores de su vida, y dió
frutos en actos vergonzosos y violentos que pocas veces fueron
igualados en la historia sagrada. “A la verdad ninguno fué como
Achab, que se vendiese a hacer lo malo a los ojos de Jehová; porque
Jezabel su mujer lo incitaba.”
Siendo por naturaleza codicioso, Acab, fortalecido y apoyado
en el mal hacer por Jezabel, había seguido los dictados de su mal
corazón, hasta quedar completamente dominado por el espíritu de
egoísmo. No toleraba que se le negase algo que deseaba, sino que lo
consideraba legítimamente suyo.
Esta característica dominante de Acab, que influyó tan desastro-
samente en la suerte del reino bajo sus sucesores, quedó recalcada
por un incidente que se produjo mientras Elías era todavía profeta
en Israel. Junto al palacio del rey había un viñedo que pertenecía
a Nabot, de Jezreel. Acab se había propuesto obtener ese viñedo;
y quiso comprarlo, o permutarlo por otra parcela de tierra. Dijo a
Nabot: “Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está
cercana, junto a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que
ésta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero.”
Nabot apreciaba mucho su viñedo porque había pertenecido a
sus padres, y se negó a enajenarlo. Dijo a Acab: “Guárdeme Jehová
de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.” Según el código
levítico, ningún terreno podía transferirse en forma permanente por
una venta o una permuta; y cada uno de los hijos de Israel debía
conservar “la heredad de sus padres.”
Números 36:7
.
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La negativa de Nabot enfermó al monarca egoísta. “Y vínose
Achab a su casa triste y enojado, por la palabra que Naboth de Jezreel
le había respondido... Acostóse en su cama, y volvió su rostro, y no
comió pan.”
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