Página 161 - Profetas y Reyes (1957)

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Un profeta de paz
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le trajo “un hombre de Baal-salisa, ... panes de primicias, veinte
panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga.” Había allí personas
muy necesitadas de alimento. Cuando llegó la ofrenda, el profeta
dijo a su siervo: “Da a la gente para que coman. Y respondió su
sirviente: ¿Cómo he de poner esto delante de cien hombres? Mas
él tornó a decir: Da a la gente para que coman, porque así ha dicho
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Jehová: Comerán, y sobrará. Entonces él lo puso delante de ellos, y
comieron, y sobróles, conforme a la palabra de Jehová.”
¡Cuánta condescendencia manifestó Cristo, mediante su men-
sajero, al realizar este milagro para satisfacer el hambre! Repetidas
veces desde entonces, aunque no siempre en forma tan notable y
perceptible, ha obrado el Señor Jesús para suplir las necesidades
humanas. Si tuviésemos un discernimiento espiritual más claro, re-
conoceríamos con más facilidad el trato compasivo de Dios con los
hijos de los hombres.
La gracia de Dios derramada sobre una porción pequeña es lo
que la hace bastar para todos. La mano de Dios puede multiplicarla
cien veces. Con sus recursos, puede extender una mesa en el desierto.
Por el toque de su mano, puede aumentar las provisiones escasas y
hacerlas bastar para todos. Fué su poder lo que multiplicó los panes
y el cereal en las manos de los hijos de los profetas.
Durante el ministerio terrenal de Cristo, cuando hizo un milagro
similar para alimentar las multitudes, se manifestó la misma incre-
dulidad que habían revelado antiguamente los que estaban asociados
con el profeta. Dijo el siervo de Eliseo: “¿Cómo he de poner esto
delante de cien hombres?” Y cuando Cristo ordenó a sus discípulos
que diesen de comer a la multitud, contestaron: “No tenemos más
que cinco panes y dos pescados, si no vamos nosotros a comprar
viandas para toda esta compañía.” ¿Qué significa esto para tantos?
Lucas 9:13
.
La lección es para los hijos de Dios de toda época. Cuando el
Señor da a los hombres una obra que hacer, ellos no deben detenerse
a preguntar si la orden es razonable ni cuál será el resultado probable
de sus esfuerzos por obedecer. La provisión que tienen en sus manos
puede parecer corta para suplir la necesidad; pero en las manos del
Señor resultará más que suficiente. El siervo “lo puso delante de
ellos, y comieron, y sobróles, conforme a la palabra de Jehová.”
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