Página 193 - Profetas y Reyes (1957)

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El cautiverio asirio
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Muy grave había sido el pecado de los hijos de Israel “contra
Jehová su Dios,” e hicieron “cosas muy malas.” “Mas ellos no obe-
decieron, antes ... desecharon sus estatutos, y su pacto que él había
concertado con sus padres, y sus testimonios que él había protestado
contra ellos.” Debido a que habían dejado “todos los mandamientos
de Jehová su Dios, e hiciéronse vaciadizos dos becerros, y también
bosques, y adoraron a todo el ejército del cielo, y sirvieron a Baal,” y
se habían negado constantemente a arrepentirse, el Señor “afligiólos,
y entrególos en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presen-
cia,” en armonía con las claras advertencias que les había enviado
por “todos los profetas sus siervos.”
“E Israel fué trasportado de su tierra a Asiria,” “por cuanto no
habían atendido la voz de Jehová su Dios, antes habían quebranta-
do su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había
mandado.”
2 Reyes 17:7, 11, 14-16, 20, 23; 18:12
.
En los terribles castigos que cayeron sobre las diez tribus, el
Señor tenía un propósito sabio y misericordioso. Lo que ya no podía
lograr por medio de ellas en la tierra de sus padres, procuraría hacerlo
esparciéndolas entre los paganos. Su plan para salvar a todos los que
quisieran obtener perdón mediante el Salvador de la familia humana,
debía cumplirse todavía; y en las aflicciones impuestas a Israel,
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estaba preparando el terreno para que su gloria se revelase a las
naciones de la tierra. No todos los que fueron llevados cautivos eran
impenitentes. Había entre ellos algunos que habían permanecido
fieles a Dios, y otros que se habían humillado delante de él. Mediante
éstos, los “hijos del Dios viviente” (
Oseas 1:10
), iba a comunicar a
multitudes del reino asirio un conocimiento de los atributos de su
carácter y de la beneficencia de su ley.
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