Página 206 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
iniquidad, la rebelión, y el pecado, y que de ningún modo justificará
al malvado.”
Éxodo 34:6, 7
.
En este conocimiento de la longanimidad de Jehová y de su
amor y misericordia infinitos había basado Moisés su admirable
intercesión por la vida de Israel cuando, en los lindes de la tierra
prometida, ese pueblo se había negado a avanzar en obediencia a la
orden de Dios. En el apogeo de su rebelión, el Señor había declarado:
“Yo le heriré de mortandad, y lo destruiré;” y había propuesto hacer
de los descendientes de Moisés una “gente grande y más fuerte
que ellos.”
Números 14:12
. Pero el profeta invocó las maravillosas
providencias y promesas de Dios en favor de la nación escogida. Y
luego, como el argumento más poderoso, insistió en el amor de Dios
hacia el hombre caído.
Vers. 17-19
.
Misericordiosamente, el Señor contestó: “Yo lo he perdonado
conforme a tu dicho.” Y luego impartió a Moisés, en forma de
profecía, un conocimiento de su propósito concerniente al triunfo
final de Israel. Declaró: “Mas, ciertamente vivo yo y mi gloria
hinche toda la tierra.”
Vers. 20, 21
. La gloria de Dios, su carácter,
su misericordiosa bondad y tierno amor, aquello que Moisés había
invocado en favor de Israel, había de revelarse a toda la humanidad. Y
la promesa de Jehová fué hecha doblemente segura al ser confirmada
por un juramento. Con tanta certidumbre como que Dios vive y
reina, su gloria iba a ser declarada “entre las gentes” y “en todos los
pueblos sus maravillas.”
Salmos 96:3
.
Acerca del futuro cumplimiento de esta profecía, Isaías había
oído a los resplandecientes serafines cantar delante del trono: “Toda
la tierra está llena de su gloria.”
Isaías 6:3
. Y el profeta mismo,
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confiado en la seguridad de estas palabras, declaró audazmente más
tarde acerca de aquellos que se postraban ante imágenes de madera y
de piedra: “Verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.”
Isaías 35:2
.
Hoy esta profecía se está cumpliendo rápidamente. Las activida-
des misioneras de la iglesia de Dios en la tierra están produciendo
ricos frutos, y pronto el mensaje del Evangelio habrá sido proclama-
do a todas las naciones. “Para alabanza de la gloria de su gracia,”
hombres y mujeres de toda tribu, lengua y pueblo son transformados
y hechos “aceptos en el Amado,” “para mostrar en los siglos veni-
deros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con