“He ahí a vuestro Dios”
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nosotros en Cristo Jesús.”
Efesios 1:6; 2:7
. “Bendito Jehová Dios,
el Dios de Israel, que solo hace maravillas. Y bendito su nombre
glorioso para siempre: y toda la tierra sea llena de su gloria.”
Salmos
72:18, 19
.
En la visión que recibió Isaías en el atrio del templo, se le pre-
sentó claramente el carácter del Dios de Israel. Se le había aparecido
en gran majestad “el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y
cuyo nombre es el Santo;” sin embargo se le hizo comprender la
naturaleza compasiva de su Señor. El que mora “en la altura y la
santidad” mora también “con el quebrantado y humilde de espíritu,
para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el cora-
zón de los quebrantados.”
Isaías 57:15
. El ángel enviado a tocar los
labios de Isaías le había traído este mensaje: “Es quitada tu culpa, y
limpio tu pecado.”
Isaías 6:7
.
Al contemplar a su Dios, el profeta, como Saulo de Tarso frente
a Damasco, recibió no sólo una visión de su propia indignidad, sino
que penetró en su corazón humillado la seguridad de un perdón
completo y gratuito, y se levantó transformado. Había visto a su
Señor. Había obtenido una vislumbre de la hermosura del carácter
divino. Podía atestiguar la transformación que se realizó en él por la
contemplación del amor infinito. Se sintió inspirado desde entonces
por el deseo ardiente de ver al errante Israel libertado de la carga
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y penalidad del pecado. Preguntó el profeta: “¿Para qué habéis de
ser castigados aún?” “Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta:
si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser
como blanca lana.” “Lavad, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras
obras de ante mis ojos; dejad de hacer lo malo: aprended a hacer
bien.”
Isaías 1:5, 18, 16, 17
.
El Señor a quien aseveraban servir, pero cuyo carácter no habían
comprendido, les fué presentado como el gran Médico de la enferme-
dad espiritual. ¿Qué importaba que toda la cabeza estuviese enferma
y desmayase el corazón? ¿Qué importaba que desde la planta del pie
hasta la coronilla no hubiese lugar sano, sino heridas, magulladuras
y llagas putrefactas?
Vers. 6
. El que se había desviado siguiendo
los impulsos de su corazón podía sanar si se volvía al Señor. Dios
declaraba: “Visto he sus caminos, y le sanaré, y le pastorearé, y