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Profetas y Reyes
los días los Levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos de
fortaleza” (
Vers. 22, 21
), pues todos eran unánimes en su deseo de
alabar a Aquel que les había manifestado tanta misericordia.
Los siete días generalmente señalados para la Pascua parecieron
transcurrir con demasiada rapidez, y los adoradores resolvieron de-
dicar otros siete días para aprender más acerca del camino del Señor.
Los sacerdotes que les enseñaban continuaron su obra de instrucción
basada en el libro de la ley; y diariamente el pueblo se congregaba
en el templo para ofrecer su tributo de alabanza y agradecimiento;
de manera que al acercarse el fin de la gran celebración, era evidente
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que Dios había obrado maravillosamente para convertir al apóstata
Judá y para detener la marea de la idolatría que amenazaba con arra-
sarlo todo. Las solemnes advertencias de los profetas no habían sido
pronunciadas en vano. “E hiciéronse grandes alegrías en Jerusalem:
porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no
había habido cosa tal en Jerusalem.”
Vers. 26
.
Había llegado el momento en que los adoradores debían regresar
a sus hogares. “Levantándose después los sacerdotes y Levitas,
bendijeron al pueblo: y la voz de ellos fué oída, y su oración llegó a
la habitación de su santuario, al cielo.”
Vers. 27
. Dios había aceptado
a aquellos que, con corazón contrito, habían confesado su pecado, y
con propósito resuelto habían procurado su perdón y ayuda.
Quedaba todavía por hacer una obra importante, en la cual debían
tomar parte activa los que volvían a sus hogares; una obra cuyo
cumplimiento daría evidencia de la reforma realizada. El relato
dice: “Todos los de Israel que se habían hallado allí, salieron por
las ciudades de Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron los
bosques, y derribaron los altos y los altares por todo Judá y Benjamín,
y también en Ephraim y Manasés, hasta acabarlo todo. Después
volviéronse todos los hijos de Israel, cada uno a su posesión y a sus
ciudades.”
2 Crónicas 31:1
.
Ezequías y sus asociados instituyeron varias reformas para for-
talecer los intereses espirituales y temporales del reino. “En todo
Judá,” el rey “ejecutó lo bueno, recto, y verdadero, delante de Jeho-
vá su Dios. En todo cuanto comenzó ... hízolo de todo corazón, y
fué prosperado.” “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza, ... y
no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová