Página 246 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
Se permitió al profeta que proyectase la mirada a través de los
siglos hasta el tiempo del advenimiento del Mesías prometido. Al
principio vió sólo “tribulación y tiniebla, oscuridad y angustia.”
Isaías 8:22
. Muchos que estaban anhelando recibir la luz de la ver-
dad eran extraviados por falsos maestros que los arrastraban a los
enredos de la filosofía y el espiritismo; otros ponían su confianza
en una forma de la piedad, pero no practicaban la verdadera santi-
dad en su vida. La perspectiva parecía desesperada; pero pronto la
escena cambió, y se desplegó una visión maravillosa ante los ojos
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del profeta. Vió al Sol de Justicia que se levantaba con sanidad en
sus alas; y, extasiado de admiración, exclamó: “Aunque no será esta
oscuridad tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livia-
namente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón, y a la tierra
de Nephtalí; y después cuando agravaron por la vía de la mar, de
esa parte del Jordán, en Galilea de las gentes. El pueblo que andaba
en tinieblas vió gran luz: los que moraban en tierra de sombra de
muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
Isaías 9:1, 2
.
Esta gloriosa Luz del mundo iba a ofrecer salvación a toda na-
ción, tribu, lengua y pueblo. Acerca de la obra que le esperaba, el
profeta oyó que el Padre eterno declaraba: “Poco es que tú me seas
siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures los
asolamientos de Israel: también te dí por luz de las gentes, para que
seas mi salud hasta lo postrero de la tierra.” “En hora de contenta-
miento te oí, y en el día de salud te ayudé: y guardarte he, y te daré
por alianza del pueblo, para que levantes la tierra, para que heredes
asoladas heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que
están en tinieblas: Manifestaos.” “He aquí estos vendrán de lejos; y
he aquí estotros del norte y del occidente, y estotros de la tierra de
los Sineos.”
Isaías 49:6, 8, 9, 12
.
Mirando aun más adelante a través de los siglos, el profeta con-
templó el cumplimiento literal de esas gloriosas promesas. Vió que
los transmisores de las gratas nuevas de salvación iban hasta los
fines de la tierra, a toda tribu y pueblo. Oyó al Señor decir acerca de
la iglesia evangélica: “He aquí que yo extiendo sobre ella paz como
un río, y la gloria de las gentes como un arroyo que sale de madre”
(
Isaías 66:12
), y oyó la orden: “Ensancha el sitio de tu cabaña, y
las cortinas de tus tiendas sean extendidas; no seas escasa; alarga
tus cuerdas, y fortifica tus estacas. Porque a la mano derecha y a la