Página 255 - Profetas y Reyes (1957)

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Manasés y Josías
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Y el resplandor fué como la luz;
Rayos brillantes salían de su mano;
Y allí estaba escondida su fortaleza.
Delante de su rostro iba mortandad,
Y a sus pies salían carbones encendidos.
Paróse, y midió la tierra:
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Miró, e hizo temblar las gentes;
Y los montes antiguos fueron desmenuzados,
Los collados antiguos se humillaron a él.
Sus caminos son eternos.”
“Saliste para salvar tu pueblo,
Para salvar con tu ungido.”
“Aunque la higuera no florecerá,
Ni en las vides habrá frutos;
Mentirá la obra de la oliva,
Y los labrados no darán mantenimiento,
Y las ovejas serán quitadas de la majada,
Y no habrá vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salud.
Jehová el Señor es mi fortaleza.”
Habacuc 3:2-6, 13, 17-19
.
Habacuc no fué el único por medio de quien se dió un mensaje de
brillante esperanza y de triunfo futuro, así como de castigo presente.
Durante el reinado de Josías, la palabra del Señor fué comunicada a
Sofonías, para especificar claramente los resultados de la continua
apostasía, y llamar la atención de la verdadera iglesia a las gloriosas
perspectivas que la esperaban. Sus profecías de los juicios a punto
de caer sobre Judá se aplican con igual fuerza a los juicios que
han de caer sobre un mundo impenitente en ocasión del segundo
advenimiento de Cristo:
“Cercano está el día grande de Jehová,
cercano y muy presuroso;
voz amarga del día de Jehová;
gritará allí el valiente.