Página 265 - Profetas y Reyes (1957)

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El libro de la ley
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sido acompañado por una señal de que la palabra pronunciada era
de Jehová.
Habían transcurrido tres siglos. Durante la reforma realizada
por Josías, el rey mismo se encontró en Betel, donde estaba aquel
antiguo altar. Entonces se iba a cumplir literalmente la profecía
hecha tantos años antes en presencia de Jeroboam.
“Igualmente el altar que estaba en Beth-el, y el alto que había
hecho Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel, aquel altar
y el alto destruyó; y quemó el alto, y lo tornó en polvo, y puso fuego
al bosque.
“Y volvióse Josías, y viendo los sepulcros que estaban allí en el
monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y quemólos sobre el
altar para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había
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profetizado el varón de Dios, el cual había anunciado estos negocios.
“Y después dijo: ¿Qué título es éste que veo? Y los de la ciudad
le respondieron: Este es el sepulcro del varón de Dios que vino
de Judá, y profetizó estas cosas que tú has hecho sobre el altar de
Beth-el. Y él dijo: Dejadlo; ninguno mueva sus huesos: y así fueron
preservados sus huesos, y los huesos del profeta que había venido
de Samaria.”
2 Reyes 23:15-18
.
En las laderas meridionales del monte de las Olivas, frente al
hermoso templo de Jehová sobre el monte Moria, estaban los altares
y las imágenes que habían sido colocadas allí por Salomón para
agradar a sus esposas idólatras.
1 Reyes 11:6-8
. Durante más de tres
siglos, las grandes y deformes imágenes habían estado en el “Monte
de la Ofensa,” como testigos mudos de la apostasía del rey más sabio
que hubiese tenido Israel. Ellas también fueron sacadas y destruidas
por Josías.
El rey procuró establecer aun más firmemente la fe de Judá en el
Dios de sus padres celebrando una gran fiesta de Pascua, en armonía
con las medidas indicadas en el libro de la ley. Hicieron preparativos
aquellos que estaban encargados de los servicios sagrados, y el gran
día de la fiesta se presentaron muchas ofrendas. “No fué hecha tal
pascua desde los tiempos de los jueces que gobernaron a Israel, ni
en todos los tiempos de los reyes de Israel, y de los reyes de Judá.”
2 Reyes 23:22
. Pero el celo de Josías, por aceptable que fuese para
Dios, no podía expiar los pecados de las generaciones pasadas; ni
podía la piedad manifestada por quienes seguían al rey efectuar un