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Profetas y Reyes
mensaje mismo, la advertencia de los juicios inminentes, todo esto
tuvo su efecto, y muchos resolvieron unirse al rey para pedir perdón.
Josías propuso luego que los que ejercían la más alta autoridad
se comprometiesen solemnemente con el pueblo delante de Dios
a cooperar unos con otros en un esfuerzo para instituir cambios
decididos. “Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo
alianza delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová, y guardarían
sus mandamientos, y sus testimonios, y sus estatutos, con todo el
corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras de la
alianza que estaban escritas en aquel libro.” La respuesta fué más
cordial de lo que el rey se había atrevido a esperar, pues “todo el
pueblo confirmó el pacto.”
Vers. 3
.
En la reforma que siguió, el rey dedicó su atención a destruir
todo vestigio que quedara de la idolatría. Hacía tanto tiempo que
los habitantes del país seguían las costumbres de las naciones cir-
cundantes en lo referente a postrarse ante imágenes de madera y
piedra, que parecía casi imposible al hombre eliminar todo rastro
de estos males. Pero Josías perseveró en su esfuerzo por purificar
la tierra. Con severidad hizo frente a la idolatría matando “a todos
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los sacerdotes de los altos;” “asimismo barrió Josías los pythones,
adivinos, y terapheos, y todas las abominaciones que se veían en la
tierra de Judá y en Jerusalem, para cumplir las palabras de la ley que
estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en
la casa de Jehová.”
Vers. 20, 24
.
En tiempo de la división del reino, siglos antes, cuando Jeroboam,
hijo de Nabat, desafiando atrevidamente al Dios a quien Israel servía,
se esforzaba por apartar el corazón del pueblo de los servicios del
templo de Jerusalén hacia nuevas formas de culto, había levantado
un altar profano en Betel. Durante la dedicación de ese altar, que en
el transcurso de los años iba a inducir a muchos a seguir prácticas
idólatras, se había presentado repentinamente un hombre de Dios
proveniente de Judea, quien pronunció palabras de condenación por
el proceder sacrílego. Había clamado “contra el altar” y declarado:
“Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David
nacerá un hijo, llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los
sacerdotes de los altos que queman sobre ti perfumes: y sobre ti
quemarán huesos de hombres.”
1 Reyes 13:2
. Este anunció había