Página 267 - Profetas y Reyes (1957)

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Capítulo 34—Jeremías
Entre los que habían esperado que se produjese un despertar
espiritual permanente como resultado de la reforma realizada bajo
la dirección de Josías, se contaba Jeremías, llamado por Dios al
cargo profético mientras era todavía joven, en el año décimotercero
del reinado de Josías. Miembro del sacerdocio levítico, Jeremías
había sido educado desde su infancia para el servicio santo. Durante
aquellos felices años de preparación, distaba mucho de comprender
que había sido ordenado desde su nacimiento para ser “profeta a las
gentes,” y cuando le llegó el llamamiento divino, se quedó abrumado
por el sentimiento de su indignidad y exclamó: “¡Ah! ¡ah! ¡Señor
Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.”
Jeremías 1:5, 6
.
En el joven Jeremías, Dios veía alguien que sería fiel a su come-
tido, y que se destacaría en favor de lo recto contra gran oposición.
Había sido fiel en su niñez; y ahora iba a soportar penurias como
buen soldado de la cruz. El Señor ordenó a su mensajero escogido:
“No digas, soy niño; porque a todo lo que te enviaré irás tú, y dirás
todo lo que te mandaré. No temas delante de ellos, porque contigo
soy para librarte.” “Tú pues, ciñe tus lomos, y te levantarás, y les
hablarás todo lo que te mandaré: no temas delante de ellos, porque
no te haga yo quebrantar delante de ellos. Porque he aquí que yo
te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna
de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, a los reyes
de Judá, a sus príncipes, a sus sacerdotes, y al pueblo de la tierra. Y
pelearán contra ti, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice
Jehová, para librarte.”
Vers. 7, 8, 17-19
.
Durante cuarenta años iba a destacarse Jeremías delante de la
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nación como testigo por la verdad y la justicia. En un tiempo de
apostasía sin igual, iba a representar en su vida y carácter el culto
del único Dios verdadero. Durante los terribles sitios que iba a sufrir
Jerusalén, sería el portavoz de Jehová. Habría de predecir la caída
de la casa de David, y la destrucción del hermoso templo construí-
do por Salomón. Y cuando fuese encarcelado por sus intrépidas
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