Página 275 - Profetas y Reyes (1957)

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Jeremías
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Los ancianos se unieron también para protestar contra la decisión
de los sacerdotes acerca de la suerte de Jeremías. Citaron el caso de
Miqueas, que había profetizado castigos sobre Jerusalén, diciendo:
“Sión será arada como campo, y Jerusalem vendrá a ser montones, y
el monte del templo en cumbres de bosque.” Y preguntaron: “¿Ma-
táronlo luego Ezechías rey de Judá y todo Judá? ¿no temió a Jehová,
y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que
había hablado contra ellos? ¿Haremos pues nosotros tan grande mal
contra nuestras almas?”
Vers. 18, 19
.
Por la intercesión de estos hombres de influencia, se salvó la
vida del profeta, aunque muchos de los sacerdotes y falsos profe-
tas, no pudiendo soportar las verdades que él expresaba y que los
condenaban, le habrían dado gustosamente la muerte acusándolo de
sedición.
Desde el tiempo de su llamamiento hasta el fin de su ministerio,
Jeremías se destacó ante Judá como “fortaleza” y “torre” contra la
cual no podía prevalecer la ira del hombre. El Señor le había dicho
de antemano: “Pelearán contra ti, y no te vencerán: porque yo estoy
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contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y librarte he
de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.”
Jeremías 6:27; 15:20, 21
.
Siendo de naturaleza tímida y sosegada, Jeremías anhelaba la
paz y la tranquilidad de una vida retraída, en la cual no necesitase
presenciar la continua impenitencia de su amada nación. Su corazón
quedaba desgarrado por la angustia que le ocasionaba la ruina pro-
ducida por el pecado. Se lamentaba así: “¡Oh si mi cabeza se tornase
aguas, y mis ojos fuentes de aguas, para que llore día y noche los
muertos de la hija de mi pueblo! ¡Oh quién me diese en el desierto
un mesón de caminantes, para que dejase mi pueblo y de ellos me
apartase!”
Jeremías 9:1, 2
.
Muy crueles eran las burlas que le tocó soportar. Su alma sensible
quedaba herida de par en par por las saetas del ridículo dirigidas
contra él por aquellos que despreciaban su mensaje y se burlaban de
su preocupación por que se convirtieran. Declaró: “Fuí escarnio a
todo mi pueblo, canción de ellos todos los días.” “Cada día he sido
escarnecido; cada cual se burla de mí.” “Todos mis amigos miraban
si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él,