Página 279 - Profetas y Reyes (1957)

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La condenación inminente
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Cuando los corazones de los hombres estén enternecidos y sub-
yugados por la influencia constreñidora del Espíritu Santo, escucha-
rán los consejos; pero cuando se desvían de la amonestación al punto
de endurecer su corazón, el Señor permite que los conduzcan otras
influencias. Al rehusar la verdad, aceptan la mentira, que resulta en
una trampa para destruirlos.
Dios había suplicado a los de Judá que no le provocasen a ira,
pero no le habían escuchado. Finalmente pronunció la sentencia
contra ellos. Iban a ser llevados cautivos a Babilonia. Los caldeos
serían empleados como instrumento por medio del cual Dios iba a
castigar a su pueblo desobediente. Los sufrimientos de los hombres
de Judá iban a ser proporcionales a la luz que habían tenido, y a
las amonestaciones que habían despreciado y rechazado. Durante
mucho tiempo Dios había demorado sus castigos; pero ahora su des-
agrado iba a caer sobre ellos, como último esfuerzo para detenerlos
en su carrera impía.
Sobre la casa de los recabitas fué pronunciada una bendición
perdurable. El profeta declaró: “Porque obedecisteis al mandamiento
de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos,
e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó; por tanto, así
ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará varón de
Jonadab, hijo de Rechab, que esté en mi presencia todos los días.”
Jeremías 35:18, 19
. Dios enseñó así a su pueblo que la fidelidad y la
obediencia reflejarían bendición sobre Judá, así como los recabitas
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eran bendecidos por la obediencia que rendían a la orden de su
padre.
La lección es para nosotros también. Si los requerimientos de un
padre bueno y sabio, que recurrió a los medios mejores y más efica-
ces para proteger a su posteridad de los males de la intemperancia,
eran dignos de ser obedecidos estrictamente, la autoridad de Dios
debe tenerse ciertamente en reverencia tanto mayor por cuanto él es
más santo que el hombre. Nuestro Creador y nuestro Comandante,
infinito en poder, terrible en el juicio, procura por todos los medios
inducir a los hombres a ver sus pecados y a arrepentirse de ellos. Por
boca de sus siervos, predice los peligros de la desobediencia; deja
oír la nota de advertencia, y reprende fielmente el pecado. Sus hijos
conservan la prosperidad tan sólo por su misericordia, y gracias al
cuidado vigilante de instrumentos escogidos. El no puede sostener